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Mi vida sin el deporte. José Ángel Rueda
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José Ángel Rueda

12, junio 2020 - 2:00

Mi vida sin el deporte

La utopía del dinero y las Grandes Ligas

Por José Ángel Rueda

 

Disfrazado de utopía, el Play Ball en los Parques de las Grandes Ligas se aleja con el paso lento de los días. Si en un principio fue la pandemia la encargada de estropearlo todo, ahora es el dinero el que no deja que el deporte vuelva, como una nueva enfermedad capaz de dejar a los aficionados sin aquello que más quieren. Si las sensaciones en marzo eran de tan solo un retraso inevitable, en pleno junio, lo que sería la mitad de la temporada, la conversación se volvió dramática, incluso, más allá de las declaraciones del comisionado, como quien intenta apagar el fuego, hay quienes piensan que la temporada está perdida, y que nos quedaremos sin beisbol este año, que en todo caso sería mucho peor que ver los estadios vacíos.

 

El problema son los partidos y el dinero que recibirían los peloteros por esos partidos, inflexibles en ceder la totalidad de sus sueldos. Como una lucha por ver quién pierde menos, porque en todo caso no se trata de ganar, porque todos ganan, se trata de perder, y ahí el aficionado, para quien se supone que es todo esto, parece ser el más afectado de todos, sin voz ni voto en una guerra desconocida. Las propuestas de la Liga han sido bateadas por el Sindicato de Jugadores, no importa si sean curvas venenosas o rectas endiabladas, cada una ha terminado del otro lado de la barda.

 

Con cada día que pasa y la discusión se hace larga, de manera proporcional la temporada se hace más corta. Los 162 partidos que en un principio estaban estipulados quedaron perdidos en el jardín de lo imposible. Las propuestas actuales hablan de 75 duelos, porque el tiempo apremia, y el beisbol también está condicionado por el clima. La idea romántica de una postemporada en las vísperas de Navidad quedó sepultada en las tormentas de nieve que azotan el norte de los Estados Unidos cuando llega noviembre. Nadie duda que una nevada en Wrigley Field sería un recuerdo maravilloso, pero la bola quedaría expuesta al capricho de los vientos de Chicago. Nadie duda que vencer un monstruo verde congelado en el mítico Fenway Park sería una hazaña inolvidable, pero la sola idea resulta más ficción que realidad. Existe también el miedo de que un rebrote de coronavirus en octubre deje sin sentido todo el esfuerzo, y la temporada quede huérfana de gloria y todo se quede en nada, como un año absolutamente perdido entre una montaña de obstáculos, aunque bien vale correr el riesgo. Se trata de una carrera contrarreloj.

 

En todo caso, sería una pena quedarnos sin beisbol, y perdernos esas historias que de vez en cuando la pelota caliente nos tiene preparadas con la llegada del otoño. En esos días de postemporada cuando las hojas se caen y el aire se hace frío, y los cielos se limpian. Esas historias que hablan de las grandes maldiciones que de pronto se rompen, como los Cachorros de Chicago campeones del 2016. O esos partidos interminables que se prolongan hasta la madrugada y entre sueños uno no quiere perderse el desenlace, porque es parte de la historia, y porque así es el beisbol, que uno sabe cuándo empieza, pero no cuándo acaba, como el duelo entre los Red Sox y los Dodgers en el 2018, con sus 7 horas 20 minutos.

 

EL DATO

HAY ESPERANZA

El comisionado Rob Manfred declaró este miércoles que presentará una nueva propuesta a los jugadores con tal de que haya temporada.