José Ángel Rueda
10, junio 2020 - 8:11
Por José Ángel Rueda
Justo hoy se cumplen 13 años de la primera victoria de Lewis Hamilton en la Fórmula 1. Fue en el Gran Premio de Canadá, conduciendo su McLaren. Esa misma pista que en los años posteriores haría propia, y en la que vería la bandera a cuadros un total de siete veces. Pero volvamos al 10 de junio de 2007, en el circuito Gilles Villeneuve, donde compartía el podio con el alemán Nick Heidfeld y el austriaco Alexander Wurz, y el joven piloto británico apenas colocaba la primera piedra de su legado, y que haría crecer ese mismo año con la obtención de su primer campeonato en apenas su segunda temporada en la máxima categoría.
La imagen tiene cierta nostalgia y se une a la colección de los momentos históricos, esos en los que el mundo está a punto de cambiar para siempre, pero no lo sabemos, y en ocasiones ni siquiera lo sospechamos, y sólo muchos años después se nos presenta el mundo con total claridad, porque por aquel entonces pensábamos que el heredero de las glorias de Michael Schumacher, recién retirado, era el español Fernando Alonso, y años más tarde pensamos que sería el alemán Sebastian Vettel, enfundado en el traje rojo de Ferrari, como un déjàvu que volvía una y otra vez al dominio de las pistas durante cuatro años consecutivos.
Pero resultó que no, que en todo caso el verdadero heredero del alemán no era otro alemán, sino un inglés de estilo arrebatado. La figura de Lewis Hamilton fue sumando elogios con el paso de los años, pero no fue sino hasta el 2014, impulsado por el motor de su Mercedes, que comenzó su carrera definitiva hacia su grandeza. Como si con su bólido fuera capaz de acelerar en una recta infinita, la recta principal del autódromo de los inmortales, y uno a uno comenzara a rebasar a los grandes nombres de la historia del automovilismo.
En el camino encontró a su ídolo, el brasileño Ayrton Senna, quien se quedó en tres campeonatos porque la vida no lo dejó continuar, pero cuyo motor aún suena a lo lejos en las pistas del mundo. Luego, con el impulso, superó a Vettel y a Alain Prost y a sus cuatro coronas, y ya encarrerado, en una marcha endemoniada, igualó y luego dejó atrás al argentino Juan Manuel Fangio, el constructor de sueños de los años cincuenta.
En la recta infinita sólo queda Michael Schumacher, con sus siete coronas, resistiendo como puede los embates del piloto británico, que está a la espera de asaltar para siempre el trono. Las 91 victoria de Schumacher por las 84 de Hamilton también parecen cuestión de tiempo, aunque a menudo el tiempo suele ser algo parecido a una trampa en el deporte de la velocidad.
Porque a sus 35 años, Hamilton buscará convertirse en el piloto más ganador de la historia, pero para eso aún tendrá que ganar dos veces más, lo cual se dice fácil, pero no lo es. Con el 2020 en pausa, el británico encara su recta final en la pole position, aunque es cierto que no tendrá mucho margen de error. En todo caso, más allá de los títulos, serán los años los encargados de mitificar su figura, como uno de los grandes pilotos que han visto las pistas del gran circo en las últimas décadas.
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