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14, noviembre 2022 - 6:00

┃ José Ángel Rueda

Las Copas del Mundo han dejado grandes historias de vida: Arte: Esto en Línea

A lo largo de nueve décadas, los Mundiales de futbol han dado paso a las más grandes historias. Relatos épicos capaces de trascender las líneas que delimitan la cancha y han quedado grabados en la memoria de los espectadores. Desde lo épico hasta lo trágico, pasando incluso por lo bélico, todo cabe en la competición futbolística más importante del mundo. 

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“Hay quienes sostienen que el futbol no tiene nada que ver con la vida del hombre. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no saben nada de futbol”, escribió el escritor argentino Eduardo Sacheri, en plena provocación. Sus palabras apelan a la importancia del juego en la cotidianidad de la gente, esa donde la pelota es apenas un pretexto para todo lo demás. 

Para Uruguay 1930 cada Selección llevaba sus balones. Foto: Mexsport

DOS BALONES 

Cuando la Copa del Mundo vivía su primera edición, en 1930, uruguayos y argentinos se enfrascaron en una guerra sin tregua para definir al campeón. Pasó de todo en el Centenario de Montevideo, amenazas, dimes y diretes, sin embargo, una de las historias que más recuerdan tiene que ver con la pelota. Eran tiempos donde el futbol tenía sus particularidades en cada país, incluso en algo tan básico como el balón.

Como pamperos y charrúas jugaban con “bochas” diferentes, el primer tiempo se jugó con la argentina y el segundo con la uruguaya, en una decisión salomónica. Al final el resultado fue para los locales, con un contundente 4-2. 

VENCER O MORIR 

Aunque Benito Mussolini no era mucho de futbol, vio la Copa del Mundo de Italia 1934 como la oportunidad perfecta para hacer propaganda política. El dictador no se anduvo con rodeos durante el torneo y en varias ocasiones hizo público su deseo de que la Azzurra se coronara.

El tema es que no eran sugerencias, sino órdenes. La selección local se vio presionada a tal grado que su propia vida parecía estar en riesgo en caso de no lograrlo. Nunca se sabrán las consecuencias, porque Italia derrotó 2-1 a Checoslovaquia en la final.

Cuatro años más tarde, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, también se coronó, sólo que ante Hungría. Cuenta la leyenda que antes del partido definitivo a la concentración de la selección italiana llegó un telegrama de “Il Duce” que decía “vencer o morir”.

Brasil sufrió una las tragedias más grandes del país al perder la Final en su casa en 1950; hubo hasta suicidios. Foto: Mexsport

MARACANAZO 

Las cifras extraoficiales dan cuenta de más de 200 mil personas presentes en el estadio Maracaná, pero es imposible saber cuántos aficionados colmaron las gradas en esa final de 1950. A Brasil le bastaba un empate ante Uruguay para ser campeón del mundo y sin embargo perdió.

Dos goles en el segundo tiempo de Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia dieron vuelta al tanto inicial de Friaça. El silencio invadió la cancha y miles de brasileños regresaron a casa en medio de un ambiente trágico. 

EL MILAGRO DE BERNA 

Aunque el final de la historia cuenta el triunfo de Alemania Federal 3-2 sobre la poderosa Hungría en la final del Mundial de 1954, el denominado “Milagro de Berna” se gestó desde la fase de grupos y tuvo como artífice al estratega Sepp Hergerber.

El técnico construyó un meticuloso plan que consistía en pasar como segundo de grupo para evitar a las selecciones sudamericanas y disputarse el título con Hungría. Todo salió a la perfección y Alemania sumó su primer campeonato del mundo. 

EL GOL FANTASMA 

Era la final de la Copa del Mundo de Inglaterra 1966 y los locales buscaban el título contra la poderosa Alemania Federal. Ante un Wembley repleto y al vértigo de la prórroga tras igualar 2-2 en el tiempo regular, el inglés George Hurst sacó un disparo que pegó en el travesaño y la pelota picó fuera.

Los ingleses, sin embargo, celebraron el gol y entre la confusión el árbitro suizo Gottfried Deinst  marcó el tanto, sin tener certezas. De inmediato se supo que todo se trataba de un gol fantasma, pero que cambió la historia de aquel campeonato del mundo. El propio Hurst marcó el cuarto tanto que selló el título para los británicos, pero una sensación de injusticia quedó en el ambiente. 

Italia y Alemania ofrecieron en México 1970 el considerado ‘Partido del Siglo’. Foto: Mexsport

EL PARTIDO DEL SIGLO 

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La imagen de Franz Beckenbauer en cabestrillo es una de las más icónicas en la historia del futbol. El defensor alemán se lesionó el brazo derecho, pero no podía abandonar el duelo de semifinales de México 1970 ante Italia, eliminatoria que a la postre sería catalogada como el ‘Partido del Siglo’.

El duelo que ambas selecciones libraron en la cancha del Estadio Azteca fue memorable, digno de una película. Italia dominó gracias a un gol tempranero de Boninsegna, sin embargo, los alemanes lograron igualar al minuto noventa con tanto de Karl-Heinz Schnellinger.

La prórroga no escatimó en emociones. Alemania se fue al frente con gol de Muller, Italia remontó con tantos de Burgnich y Riva, los teutones igualaron con otro gol de Muller, hasta que finalmente Gianni Rivera puso el 4-3 definitivo. La Azzurra clasificó a la final, donde eventualmente cayó con el Brasil de Pelé.

Maradona regaló una ´venganza’ al pueblo argentino al derrotar en cuartos de final de México 1986 a Inglaterra; al final la Albiceleste se coronó monarca del orbe. Foto: Mexsport

LA REVANCHA DE LAS MALVINAS 

Con el recuerdo fresco de la Guerra de las Malvinas, Argentina e Inglaterra se vieron las caras en los cuartos de final del Mundial de México 1986. Aunque sólo se trataba de futbol, en la cancha del Azteca había algo más en juego, con el recuerdo de las víctimas.

Aquel partido se definió gracias al genio de Diego Armando Maradona, con dos goles que marcaron la historia del futbol mundial. Primero, al rematar con la mano, en la artimaña convertida en recurso, y después con el gol del siglo, al quitarse a medio equipo rival para definir la eliminatoria. El par de anotaciones fueron totalmente distintas, pero suficientes para describir al 10 argentino. El cuadro sudamericano cobró venganza, aunque fuera dentro de una cancha.  

Por un autogol en Estados 1994, el defensa de Colombia, Andrés Escobar, fue asesinado días más tarde. Foto: Mexsport

ESCOBAR Y LA BARBARIE 

Aunque la historia corresponde al terreno de la especulación, dado que nunca se pudo comprobar si los motivos fueron esos que se dicen, el asesinato de Andrés Escobar, defensor colombiano, es una de las tragedias más grandes del mundo del futbol.

El futbolista llegó al Mundial de 1994 como figura, pero regresó como villano. Un autogol suyo en la fase de grupos ante los Estados Unidos selló la eliminación de los cafetaleros, en un torneo para el olvido, más allá de las expectativas. A su regreso a Colombia, apenas 10 días después, una discusión en un bar le costó la vida; según testigos un par de narcotraficantes discutieron con el jugador y posteriormente se dio el desenlace fatal. Los límites se rompieron y el futbol dio paso a la barbarie. A Colombia, el autogol le costó la eliminación, pero al defensor la vida. 

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LA MARCHA DE MARADONA 

La gran leyenda de Diego Armando Maradona en las Copas del Mundo terminó de manera abrupta. Luego de coronarse en México 1986 y ser subcampeón en Italia 1990, el Diego llegó a Estados Unidos 1994 con la esperanza de conseguir una nueva copa. Maradona marcó un gol en la victoria 4-0 sobre Grecia, y luego jugó los noventa minutos ante Nigeria.

Todo iba de acuerdo al plan, con el 10 como estandarte, hasta que al final del partido apareció una enfermera vestida de blanco, que se llevó al jugador al examen antidoping. Maradona caminó junto a ella, a paso lento, incluso bromista, como el que nada debía. El desenlace de la historia ya se sabe, el ídolo no estaba limpio y nunca más volvió a vestir la playera de su selección, poniendo fin a una etapa gloriosa. 

Zidane perdió la cabeza en la Final de 2006 ante Italia y salió expulsado por agresión física. Foto: Mexsport

EL ADIÓS DE ZIDANE 

Aunque nada es seguro dentro de una cancha de futbol, Zidane se quedó a minutos de ganar su segunda Copa del Mundo en el 2006. Es cierto que el marcador entre Italia y Francia estaba igualado en el Olímpico de Berlín, que los penales estaban a la vista, pero teniendo a Zidane dentro de la cancha pocas cosas podían salir mal.

El jugador, sin embargo, perdió la cabeza ante los insultos del férreo Materazzi y soltó un cabezazo que le costó la tarjeta roja, cuando la prórroga se consumía. El francés vio la tarjeta roja y se fue camino a los vestuarios, sin mirar esa copa que pudo ser suya. El adiós de uno de los futbolistas más determinantes en la historia del futbol fue una marcha solitaria, cuando quedaba todo por definirse. Italia ganó desde los once pasos, ante un equipo que extrañó el disparo de su mejor hombre.

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