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8, marzo 2024 - 6:00

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Karina Martínez es softbolista, mamá y maestra. FOTO: Sarahí Melecio | ESTO

A lo largo del tiempo, convertirse en deportista profesional y ser mujer ha sido un sueño que para algunas se empieza a cristalizar. Karina Martínez es un ejemplo de que los sueños se cumplen con esfuerzo y dedicación al ser madre y desempeñarse en el ámbito laboral no han sido impedimentos para convertirse en atleta dentro del diamante.

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Karina es actual miembro de la plantilla de los Diablos Rojos de México en la primera temporada de la Liga Mexicana de Softbol, un deporte en el que comenzó desde los 9 años en su natal Chihuahua, en donde acudía a entrenar acompañada de su padre.

“Lo que me atrapó del softbol es la pasión que me genera cuando juego, así como la adrenalina y la alegría que siento cuando estoy dentro del campo de juego. Me gusta lanzar, soy un poco inquieta, entonces el tener la pelota más tiempo es lo que me gusta”.

Cuando inició en el deporte, se desarrolló como cátcher y pitcher hasta que se decidió por ser lanzadora, y ahora, dentro del circuito profesional del diamante, se encuentra feliz de poder ver materializado algo que, en su momento, era difícil imaginar.

“Era un sueño y realmente lo veía como inalcanzable. Pero ahorita estoy muy contenta de estar viviendo la experiencia y de ver que se ha realizado mi meta”, destacó la pelotera, además recalcó que el trabajo que realiza como profesional es más completo que lo que había realizado antes.

KARINA MARTÍNEZ TAMBIÉN DISFRUTA SER MAESTRA

Karina no es solamente lanzadora profesional, también el ser maestra de secundaria en Tabasco y mamá de un pequeño resaltan aún más su día a día, lo que la hace una mujer todo terreno en varios aspectos.

“Soy maestra de secundaria de Educación Física. Me gusta mucho trabajar con niños. Tengo 7 años ejerciendo en Tabasco. Trabajo de lunes a viernes, y entreno en las tardes con mi familia. Lo que más me gusta es que los niños se diviertan. Trato de ser un poquito más lúdica y deportiva, que aprendan a cuidar su salud”.

Para poder participar con los Diablos Rojos, la pelotera tuvo que pedir un permiso para ausentarse de su trabajo debido a la distancia de Tabasco a la Ciudad de México, por lo que tuvo que dejar a sus alumnos y a la familia.

“Mis alumnos no querían que me fuera al principio, pero estaban contentos por mí. Más o menos entienden el softbol, yo les trataba de explicar un poquito y al final me dijeron que viniera a disfrutar”.
La docencia no fue lo único que Karina dejó en Tabasco. Evan es el pequeño hijo de la pelotera que se quedó en casa al cuidado de su padre y de su familia más cercana.

“Primero lloraba, pero ahora ya estoy más tranquila. Mi esposo es el que más me ha apoyado y mi mamá. Evan se quedó con ellos, los vi cuando fuimos a la gira de Tabasco”.

LA TAREA DE TAMBIÉN SER MAMÁ

Karina destaca que el amor por el deporte es algo que comparte con su hijo y esposo, pues también son peloteros, y es algo que emotivo que comparten los tres. “Jugamos béisbol. Evan juega, a veces yo también tengo partidos los sábados, mi esposo también, eso es lo más complicado porque el fin de semana vamos para lados diferentes, todos nos dividimos para jugar. Eso es lo que a veces nos cuesta trabajo, porque entrenamos los tres juntos”.

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La pelotera escarlata comparte que el desenvolverse en tres fases diferentes, como deportista profesional, maestra y mamá han sido esenciales para su persona dentro y fuera del campo.

“Trato de dar lo mejor de mí, tener buen desempeño. He aprendido a trabajar en equipo, algo que les enseñó a los niños en la escuela que es importante para lograr el objetivo de los juegos o del deporte, así como nosotros estamos trabajando con las Diablos Rojos para llegar a una meta”.