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10, julio 2020 - 7:45

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sub-17

POR JAVIER JUÁREZ
FOTOS: ARCHIVO ESTO

Un rayo sí cae dos veces en el mismo lugar, México Sub-17 fue campeón del mundo en 2005, sin esperarlo, se coronó en Perú y repitió en 2011. El Tricolor enseñó que lo de Lima frente a Brasil no fue casualidad.

Giovani Dos Santos, Carlos Vela, César Villaluz, entre otros, enseñaron el camino, seis años después Antonio Briseño, Carlos Fierro, la Momia Gómez, lo siguieron, si actualmente pocos destacan es lo de menos, lo que hicieron quedó escrito para siempre.
Raúl Gutiérrez imitó a Jesús Ramírez con la diferencia de que el Potro tuvo el respaldo de la grada. La gente cobijó a los jóvenes en Morelia, Pachuca, Torreón y en la capital del país. El Estadio Azteca celebró el 10 de julio el segundo título de la categoría, Uruguay fue el caído. Hace nueve años.

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LA FASE DE GRUPOS

México, por antecedentes y ser local, fue visto desde el inicio como favorito para estar entre los cuatro mejores de la competencia. El Tricolor integró el Grupo A al lado de Congo, Corea del Norte y Holanda.

El primer campamento fue en Morelia. México debutó contra Corea y ganó 3-1 con tantos de Carlos Fierro, Giovani Casillas y un autogol de Sok Kwang.

En ese mismo escenario el Tricolor enfrentó a Congo. Jonathan Espericueta y Julio Gómez lograron el 2-1.


Dos triunfos seguidos sirvieron para enfrentar entusiasmados a Holanda.
México estaba aceitado. Giovani Casillas y Carlos Fierro marcaron pronto, el 2-0 momentáneo provocó que los verdes se relajaran. El cuatro tulipán igualó el juego, sin embargo, en tiempo de compensación, Ponchito González marcó el 3-2 cardíaco.
Con paso perfecto el Tricolor accedió a octavos de final.

OCTAVOS Y CUARTOS

México cambió de sede para iniciar las rondas finales. Pachuca fue el nuevo hogar de los verdes.

El Tricolor enfrentó a Panamá en octavos de final, el país canalero fue el rival que menos los complicó en el torneo. Los jóvenes mexicanos no tuvieron problemas para cruzar el canal. Carlos Fierro y Marco Bueno hicieron el 2-0.

En cuartos de final llegó otro rival europeo. Francia dio pelea, pero los tantos de Kevin Escamilla y Carlos Fierro sirvieron para el 2-1.
Otro reto y sede conquistada.

Porto está a un punto de ser campeón

 

APARECIÓ LA MOMIA

En cuartos de final se dio el juego más recordado, por lo atípico y la agonía que se sintió.
México viajó a Torreón. El TSM recibió al Tricolor y a Alemania.

Julio Gómez marcó pronto el 1-0, pero Samed Yesil igualó rápido, después de eso el juego fue brusco, trabado, aztecas y teutones mostraron el mismo nivel.
Emre Can, actual jugador del Borussia Dortmund, le dio la ventaja a los alemanes, pero en un toma y daca interminable, Jonathan Espericueta empató el partido con un gol olímpico. En esa misma jugada Julio Gómez, en su intento de cabecear, se estrelló con Yesil lo que le provocó una herida en la frente. La sangre le escurrió por todo el rostro.

El jugador de los Tuzos salió del campo, pero fue para ponerse un inmenso vendaje en la cabeza. En ese instante surgió el apodo de la Momia. Rápido regresó a la batalla.
Lo mágico pasó en ese momento. En el último instante del tiempo regular Gómez ejecutó una chilena acrobática y superó al portero teutón. Casi sin ver Julio corrió sin rumbo para celebrar el tanto histórico. La casa de Santos Laguna fue testigo de un juego sacado de una telenovela. Prueba superada.

BROCHE DE ORO

El obstáculo más grande fue eludido en semifinales, sin embargo, en el único juego que se desarrolló en el Estadio Azteca el Tricolor no se confió ante Uruguay. El Pollo Briseño y Giovani Casillas marcaron el 2-0 contra la Celeste. La garra charrúa no fue rival para México.

En casa, en el templo del futbol mexicano, el Tricolor conquistó invicto su segundo título mundial.

Eso hace nueve años.