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Ida y vuelta. José Ángel Rueda
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José Ángel Rueda

16, marzo 2023 - 6:00

La agencia libre

¿No que ya había terminado la NFL? Me suelen preguntar cuando en pleno marzo hablo del tema como si la campaña empezara mañana. Y es que es cierto que nada se compara con el vértigo que dan los partidos semana a semana, pero la temporada baja también tiene sus cosas emocionantes, como si en la ausencia cualquier cosa fuera suficiente.

En realidad, se sabe, la NFL no para nunca. Una cosa son los juegos, pero también está todo lo previo, la parte de la planeación. El ajedrez que supone darle forma a los rosters con millones de dólares en medio.

El éxito de la liga está precisamente en esa condición. El aficionado mantiene la atención todos y cada uno de los días porque cada etapa le permite disfrutar de diferente manera. En ese escenario, la temporada baja juega un papel fundamental, porque la única tarea de los fanáticos es ilusionarse con lo que ven, con los jugadores que llegan, con los que se van, con la posibilidad de empezar de nuevo, sin que la realidad llegue a ensombrecerlo todo. Son tiempos en que todas las franquicias parecen diseñadas para pelear por todo aquello por lo que sueñan. Cuando empieza la temporada, sin embargo, esa ilusión va aumentando, o se va diluyendo, según sea el caso. El sueño no dura para todos y la única esperanza es empezar de nuevo.

El arranque de la Agencia libre ya detonó sus primeras bombas. Casi es un hecho que Aaron Rodgers se irá a los Jets. El veterano mariscal de campo se olvidó de lo que era ganar con una franquicia ganadora como los Green Bay Packers y llegará a una para la que la derrota es la regla. La magia de estos días permite, sin embargo, fantasear con que acaso la cosa puede salir bien, aunque casi es seguro que salga mal.

Los Dallas Cowboys finalmente tomaron la decisión de cortar a Ezekiel Elliott. El jugador se va de la Estrella Solitaria consolidado como el tercer mejor corredor en la historia de la franquicia. Sólo Emmit Smith y Tony Dorsett están por encima. Aún así hay quien celebra su marcha, como si las leyendas se dieran en macetas y cada año llegara a las filas del equipo un jugador capaz de cambiar la historia. El fenómeno también es consecuencia de los tiempos, como si el pasado fuera insignificante ante las infinitas posibilidades que ofrece el futuro.