Al Thumama.- A Costa Rica se le apareció el Diablo de forma corpórea. De rojo de pies a cabeza y tachones de futbol. Porque, así como el demonio, España no tuvo piedad. Un 7-0 para arrancar el Mundial asusta a cualquiera. Ése es el equipo de Luis Enrique y se verá ante un rival más fuerte si sus aspiraciones al título son reales.

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La incógnita es si ese rival será Alemania, que ganaba y terminó por caer frente a Japón, se quedó en tercer lugar del Grupo E y deberá salir ante el conjunto ibérico a pelearse la permanencia. A matar o morir.

Y Costa Rica, en tanto, no ofreció resistencia en el estadio Al Thumama. Pasar entre sus centrales, Francisco Calvo y Óscar Duarte, es más fácil que entrar al Metro con el Hayya Card. Y al fondo, Keylor Navas no puede solo.

La capacidad goleadora de España sorprende al no jugar con un 9 natural. Con Marco Asensio de 10 y Ferrán Torres y Dani Olmo por las bandas, al equipo le basta para generar peligro, porque además tiene mucho talento en el medio campo, con Gavi, Busquets y Pedri. Seis distintos anotadores dieron cuenta de los ticos.

Con las facilidades de los centroamericanos, da para buscar goles de distintas hechuras. Olmo primero dentro del área, Asencio rematando un centro y Ferrán Torres de penalti, para empezar y mandar al descanso con el juego decidido.

El segundo tiempo fue una muestra pura de ambición. Resuelto el juego, pero no apagado el instinto goleador, Ferrán Torres recupera un balón dentro del área chica, se gira con un defensor a la espalda y vence a Keylor para su segundo tanto de la noche. Fácil, o así lo hace ver.

Cada tanto en España surge una figura que pasa de promesa a realidad en un suspiro. Gavi es de ésos. Resuelto, el joven de 18 años firmó el mejor gol de la noche entrando al área para tomar un centro de Morata y, de volea y tres dedos, dejar a Keylor como un testigo más del gol.

Cuando baja el ritmo goleador. Despiertan los paisanos en la tribuna. Porque hay muchos y se escucha el ¡México! ¡México! por encima de la gritería española. Y cantan “el Chucky Lozano” con esa característica melodía inspirada en Seven Nation Army de The White Stripes.

Es fuerte el lazo entre México y España, incluso en el futbol. Y en las tribunas se nota con la marea verde que acompaña a la Furia Roja.

Parece un sinsentido esperar cuatro años para un Mundial, viajar miles de kilómetros para el primero en el mundo árabe, y no quedarse a ver el final de un partido, pero muchos ticos y españoles deciden que cinco goles son suficientes y empiezan a tomar camino a la salida.

Se pierden dos goles más, de Soler y Morata, que ya parecen rudeza innecesaria frente a unos ticos a los que se les acabó el partido a la media hora porque dejaron el futbol y las ganas en los vestidores.

Cuando se escucha el silbatazo final el ¡México! ¡México! suena tan fuerte como el ¡España! ¡España! como si ambos equipos hubieran ganado. La afición Tricolor no tiene vela en el entierro, pero aquí está, como está en todos los partidos de esta Copa del Mundo. Porque vino de fiesta y nadie se la va a negar. Ni la falta de cerveza, ni la minucia de que México no juegue. Faltaba más.

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