Si bien se comenzó a hablar más de Qatar en los últimos años al ser elegida la sede de la Copa del Mundo 2022, este país asiático es mucho más que una sola entidad que albergará la máxima justa futbolera a nivel de selecciones.

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Con una población de dos millones 930 mil 524 habitantes, esta nación, que en su mayoría predica el islam, es pequeña, pero con una capacidad económica importante, capaz de organizar de gran manera la XXII edición de un Mundial.

Desde que en 2010 se designó al país asiático como sede mundialista, debido a que la FIFA buscaba la rotación del torneo por el orbe, los multimillonarios jeques árabes, empresas y demás se dieron a la tarea de hacer crecer en infraestructura con la construcción y remodelación de algunos estadios, así como de zonas turísticas y hoteleras para dar cupo a poco más de tres millones de visitantes, quienes disfrutarán del certamen.

ECONOMÍA QATARÍ

Además del objetivo de la FIFA por llevar el Mundial a distintos lares del planeta, es una realidad que los millones y vínculos fueron relevantes para que Qatar se hiciera de la sede por delante de países como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Australia y de este modo se efectuará por primera ocasión un certamen de esta índole en el Medio Oriente.

La economía del país, que nada más tiene como frontera terrestre a Arabia Saudita y con una superficie de 11 mil 490 km2, basa sus ingresos en las reservas de petróleo y cuenta con la tercera mayor reserva de gas natural en el mundo, lo que ayuda a subsidiar los servicios gubernamentales.

De tal modo que la calidad de vida para cada uno de sus habitantes es buena, se estima un promedio de 80 años de vida, tiene el índice de desarrollo humano más elevado en el mundo árabe y está dentro del top ten del ranking de los 25 países más ricos del mundo de acuerdo con su PBI per cápita. Un dato interesante para un país que se calificaba pobre hace prácticamente un siglo atrás.

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LA SOCIEDAD Y CULTURA QATARÍ

Precisamente por albergar esta Copa del Mundo, la sociedad qatarí sufrió un aparente cambio durante estos años a causa de las construcciones, por lo que volvió al país un caos en medio de la tranquilidad, a la espera de que una vez que concluya el certamen futbolero todo vuelva a la normalidad.

Con educación y medicinas gratuitas, los habitantes qataríes podrían tener cierta tranquilidad, pero la presión comienza a aparecer a la hora de demostrarse al mundo con un sinfín de dudas que ahora se presentan precisamente por el Mundial. Sin embargo, se espera a una población bastante hospitalaria, donde los aficionados podrán hacer cánticos por las calles y tomar alcohol solo en las zonas asignadas.
De igual manera las mujeres deberán despreocuparse, podrán vestir como quieran, excepto en espacios religiosos o gubernamentales, ahí radica el respeto a una sociedad, que cuenta con un gobierno de monarquía absoluta.

Si bien los grandes edificios hacen brillar a una Qatar moderna, la arquitectura tradicional no queda de lado y así lo muestra la mezquita estatal Imam Muhammad bin Abdul Wahhab, la cual destaca con sus domos, arcos y pisos de mármol. Así como las Torres Barzan y la zona arqueológica de Al Zubarah, donde todavía se puede encontrar un mercado de perlas.

Se guían por el calendario lunar y de acuerdo con esto para los musulmanes en el noveno mes lunar se lleva a cabo el Ramadán, tiempo en el que se debe cumplir con el ayuno durante la presencia del sol. Asimismo, otorgan limosnas a los más desfavorecidos, sin olvidar la profesión de fe a Alá y orar alrededor de cinco veces al día. Un país arraigado a sus valores religiosos pero que se abrirá un poco durante el lapso mundialista.

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