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27, noviembre 2016 - 0:16

┃ Miguel Angel García

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POR MIGUEL ÁNGEL GHARCÍA

FOTOS: OSWALDO FIGUEROA

TODOS los toros de José Julián Llaguno fueron reconocidos en cuanto saltaron al ruedo, su impecable presencia no pasó desapercibida y han sido un deleite para la vista del público torísta. El menos pesado registró 530 kilos en la romana, mientras que el más hecho pintó en la pizarra 580 y han sido los kilogramos lo que dejó prácticamente a todos los astados parados en el tercio de muleta, poniendo la tarde muy cuesta arriba para los toreros. En general los de José Julián Llaguno se dejaron torear sin ningún problema. Ante la puya destacó el sexto, que empujó de firme y con fuerza, el resto cumplió en el peto.

El cuarto tuvo una salida muy prometedora, rematando en los burladeros alegremente, auguraba más recorrido para la muleta, lamentablemente dio media vuelta de campana en los lances de tanteo y fue evidente que se mermó físicamente, ya que después se fue muy a menos. El más pesado definitivamente acusó sus casi 700 kilos y no caminó, mientras que el quinto llego al tercer tercio con la cabeza como rehilete y por suerte no le voló la suya al torero. El primero tuvo un buen inicio de faena, terminó a menos; mientras que el segundo apenas si regaló un par de muletazos.

TARDE APACIBLE

La plaza registró un poco más del cuarto de entrada, tarde helada con algunas ráfagas de viento. Tras el paseíllo el público llamó al tercio al matador Arturo Saldivar, quien luego invito a sus alternantes, Ginés Marín y Juan Pablo Llaguno, para ser reconocidos en los tercios del ruedo. Al terminó del festejo fueron Marín y Saldivar los que mejor librados salieron, producto de una notable entrega.

DIGNA CONFIRMACIÓN

Confirmó su alternativa el diestro español Ginés Marín con el toro Caballero, número 16, con 530 kilos. Y aunque el animal tuvo poca tela fue lo suficiente para que Marín demostrara su desbordada afición, clase y oficio. Esto lo dejó de manifiesto desde un principio cuando lanceó con suma suavidad a la verónica, poniéndole sello y sentimiento a la ejecución. Tras bregar al paso para dejarle la responsabilidad al picador, quitó por chicuelinas de excelente manufactura.

Recibido el abrazó de confirmación por parte de Saldivar y Marín inició su trasteo por estatuarios en los tercios del ruedo, mismos que remató de un desdén. Ya en los medios comenzó su labor con la diestra, aunque el bicho ya se estaba enraizando; cambió la pañosa a la mano izquierda y Ginés todavía extrajo muletazos que calaron en los tendidos, de hermoso trazo. El resto fueron adornos que sirvieron para dejar ver el recurso del torero, por que embestidas ya no había. Dejó una estocada que bastó. Digna actuación de Marín, quien fue aplaudido en el tercio y luego él se regaló la vuelta al ruedo.

Lo más espectacular que sucedió ante su segundo fue la intervención con la capa; el toro saltó al ruedo mostrando recorrido y bravura y ante ello el hispano le paro valientemente para cuajar verónicas muy de verdad. El de la dehesa zacatecana pasaba como ferrocarril y fue acortando terreno, pero Ginés ni las pestañas movió y remató su serie con una revolera, muy comprometido pegado en tablas. Vaya que había toro, no obstante que a su salida quiso saltar al callejón. Tras el puyazo Ginés se echó el capote a la espalda y temerariamente se lo embarró en la taleguilla, impactante lo realizado por el torero español con la capa. Y fue todo, ante la muleta el socio no quiso colaborar en lo absoluto.

MUCHO TORERO

Arturo Saldivar está convertido en un matador de pies a cabeza. Con ideas claras, amo y señor de los terrenos. Así lo dejó recalcado ante su primer toro, al que recibió de hinojos para recetarle una larga cambiada seguido de una serie por verónicas, realmente impactantes por la bravura con que acometió el de Llaguno. Y de manera más espectacular quitó por tafalleras, saliendo sobrado el torero del tercio. La faena fue bastante cerebral, había que imponerse y ofrecer los muslo al toro, ya que fue reservón y cuando acudía al envite sólo ofrecía medias embestidas. Arturo extrajo pases arrimándose al límite, de uno en uno, pero milagrosos por que en otra muleta el toro no hubiera embestido. Saldivar sacó hasta lo último que tuvo el astado, arrancando cada muletazo con inteligencia y un sitio extraordinario. No hubo toro, pero sí mucho torero. Dejó una estocada y fue reconocido con fuerza en los tercios del ruedo.

Salió su segundo enemigo quien recorrió el anillo boyante y alegre, la ilusión creció. Éste era el toro esperado. Lamentablemente en un lance enterró los pitones en la arena y se dio media vuelta de campana. De inmediato el toro quedó parado, la maroma le había dejado físicamente mermado y esto se recrudeció en el tercio de muleta. Arturo le buscó a toda costa extraer muletazos, pero todo fue en vano.

TARDE GRIS

El joven matador Juan Pablo Llaguno no consiguió más que abucheos; si bien su lote no funcionó, tampoco se le vieron muchas ganas de triunfar. El primero que sorteó fue el más pesado y se quedó parado; pésimo con la espada y usó el descabello hasta el cansancio. Dos avisos y abucheos. El segundo astado se le fue para arriba y no le pudo parar. Tampoco fue un dulce el de José Julián, ya que traía la cabeza como rehilete y hasta tres veces desarmó al torero con los gañafonzazos que pegaba a diestra y siniestra. Juan Pablo mejor cortó por lo sano, además el público ya le había dado el crédito al toro. Mal matando, abucheos al final.