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22, noviembre 2022 - 5:42

┃ David Segoviano / ENVIADO

Arabia Saudita ha sorprendido a todos con su partido ante Argentina _ Foto_ AFP (1)

Doha.- Al estadio Lusail se llega desde kilómetros antes. Apenas sale uno a la calle se adivina que en pocas horas habrá partido. Y que juega la Argentina. En el metro, los sudamericanos albicelestes gritan y cantan. En Doha, todos los caminos llevan al Metro, y la estación Lusail QNB es el epicentro futbolístico de esta Copa del Mundo. El estadio más grande de los ocho dónde se disputa la Copa del Mundo, es también la casa de algunos de los juegos más esperados de la primera ronda.

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Y es, además, de los más accesibles. A unos pasos del Metro, se llega fácil. Por eso la afición no se apresura, se toma lo con calma. Si vienen acá desde Buenos Aires y Salta y Rosario, los últimos metros hay que disfrutarlos. Porque lo gritan cuando ven una cámara. ¡De Córdoba a Qatar, aquí estamos! ¡Dale, dale, Argentina que tenemos que ganar! ¡Arriba la Argentina, y Diego y Messi! Porque la devoción de esta hinchada tiene dos santos patronos.

La Albiceleste es, por mucho, una de las selecciones consentidas de la afición local. Se nota en las calles, en los negocios. En los morenos barbudos que pasan con sus playeras blancas y azules entre los muchos argentinos que llegan aquí.

Fácilmente identificables por sus playeras verdes, sus qamis saudís o sus thawb blancos, los árabes intentan responder a la abrumadora mayoría argentina en las calles. Cantan. Pero sus cánticos suenan más a oración que a porra, hasta que terminan con un grito de fuerza. Por Arabia, me explican que dicen.

El dominio de fuerzas cambia de mano dentro del estadio. Sin en los alrededores los argentinos dominaban, las tribunas son claramente territorio verde. Es una ‘emboscada’. Pareciera que árabes ya estaban ahí, porque pasan de un puñado que se veía en las calles a tener el control del griterío en el estadio. Que se note que es el primer Mundial en tierras árabes.

Hay butacas vacías. Muchas, para considerar que era uno de los partidos más solicitados para la Copa del Mundo. En el juego querían estar los árabes, por cercanía, y los argentinos por pura tradición futbolera.

Esa pasión fue puesta a prueba por una férrea Arabia Saudita que no se dejó atropellar como se esperaba. Con el apoyo de su afición, planta cara a una potencia futbolística del otro lado del mundo. Al campeón de América. Y en las gradas, los suyos no dejan de reconocer ese esfuerzo. A gritos.

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