Con la tecnología de Google Traductor

Mira

8, abril 2018 - 20:00

┃ EFE

Atl{etico

El derbi de menor trascendencia de la última década, dejó un bonito duelo de fútbol, repleto de orgullo entre dos estilos opuestos, en el que Jan Oblak frustró la voluntad del Real Madrid y Antoine Griezmann premió la inteligencia del Atlético que aumenta a seis años sin perder en Liga en el Bernabéu.

Era un duelo fuera del foco de la presión y esa liberación impulsó a un derbi más vistoso y trepidante. El Real Madrid, con más horas de descanso tras el desgaste europeo de ambos, apostaba por imprimir un ritmo alto de juego desde el inicio, con una apuesta clara de Zinedine Zidane por extremos y la busca de superioridad en bandas con subidas de laterales o la libertad de movimiento de Bale. El Atlético se defendió, intentó mantener el orden y se dosificó. El momento de intentar golpear ya le llegaría.

El partido nacía con una bonita acción de Bale que sentaba a Godín con un gesto antes de recibir el balón y lanzar la carrera. El Real Madrid corría, le metía velocidad a la posesión, cosía a saques de esquina a su rival y se topaba con una figura que emergía por encima del resto. Oblak era un muro insuperable.

Su primera acción medía al jugador en mejor momento goleador. Un balón peinado por Bale lo encontraba Cristiano y su fe, pero no podía precisar el remate como para superar al portero atlético. En un ritmo frenético de ataques madridistas no podía faltar la polémica que siempre acompaña un derbi. Kroos pedía penalti ante Juanfran y Asensio rozaba la escuadra y el gol.

El Atlético buscaba soluciones defensivas al nuevo guión de Zidane. En este derbi la lucha no se focalizaba en la zona de máquinas, el centro del campo, se desviaba a las bandas donde los laterales madridistas se instalan en terreno contrario y residían dos jugadores eléctricos como Lucas Vázquez y Asensio.

Un exceso de confianza de Ramos despertó a su rival. Diego Costa marcó y fue anulado por falta en la presión, pero el Real Madrid se sentía cómodo, algo poco habitual en los duelos con el Atlético. De primeras conectaban y Cristiano soltaba un latigazo al que respondía Oblak en un bonito pulso. Asensio perdonaba con todo para chutar cuando elegía centrar.

Tras el Camp Nou, donde el Atlético falló en el momento de presentar su candidatura al título, el Santiago Bernabéu era un examen donde debía demostrar. Comenzó a hacerlo pasado el ecuador del primer acto, con un primer intento en el que resbaló Koke cuando metía el susto en la grada. Con la confianza que da tener a Oblak, que sacaba otra a Varane a bocajarro, adelantó la línea de presión y comenzó a incomodar al Real Madrid.

Fue cuando llegó la mejor ocasión rojiblanca del primer acto. Koke dejaba solo a Diego Costa, escorado, que controlaba mal y culminaba peor en el mano a mano ante Keylor Navas. La mano abajo, en el disparo al palo del portero, evitaba el tanto.

Ante el dominio rival pocos equipos tienen una reacción más temida con metros para correr que el Real Madrid. Marcelo aumenta la velocidad y su intento lo frenó la madera, la misma cruceta, antes de que Oblak cerrase su exhibición con una gran parada al potente disparo de Carvajal.

El plan de Zidane estaba al descubierto y Simeone ajustó piezas en el descanso. El Atlético arrancó el segundo acto en su terreno pero cómodo, tapando salvo en una acción que le costó cara las zonas de ataque madridistas. Su único despiste llegó a los 53 minutos cuando Bale con metros para correr superó a Juanfran y su centro lo enganchó de derecha Cristiano a la red. Era el gol 500 en Liga de la historia de los derbis, el décimo partido consecutivo marcando del astro portugués.

El gol hizo sentir tener los deberes hechos al Real Madrid. Se desconectó de golpe y el Atlético dio un paso firme al frente. Vitolo, que no encontró su papel en el primer tiempo, hizo daño a la espalda de Marcelo. Keylor salvaba la primera al balón picado de Saúl, respondía en la segunda abajo ante Vitolo pero en su rechace nada podía hacer para que Griezmann marcase a placer.

En dos minutos el derbi pudo caer del lado del Atlético que pasó a dominar la medular con Thomas omnipresente, Saúl y Koke liberados. Keylor lo evitaba, salvador ante Vitolo, antes de que los cambios mostraron la trascendencia que tenía el derbi. El primero madridista sentó a Cristiano, algo inaudito; el rojiblanco sentó a un peligro constante como Diego Costa.

Extrañó especialmente el de Zidane, con la eliminatoria ante el Juventus vista para la sentencia, renunció a su mejor rematador en vez de ubicar a Bale en banda izquierda y retirar a Asensio. Metió primero a Benzema, que no vio ni uno de los mil centros que el Real Madrid se empeñó en lanzar desde los costados. El siguiente paso en el cambio del plan trazado era Isco y Modric.

La voluntad por vencer fue madridista. Sin precisión en los últimos metros, acelerado. La sensación de poder ganar fue atlética. Saúl, con tiempo para pensar y metros para correr, frenó y chutó ajustado al palo. Los intentos madridistas tras remate de cabeza cruzado de Bale y disparo de Modric, no podían acabar de otra manera que ante una parada brillante de Oblak. Voló a la falta a la escuadra de Ramos, que en su cabeza tuvo, como no en el añadido, el balón del triunfo. Nada pudo mover un empate con el que gana el Barcelona.