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Pausa de los dos minutos. Gildardo Figueroa

Itzel Ubiarco

21, octubre 2014 - 8:53

21 octubre 2014. Gildardo Figueroa

EL MAESTRO PEYTON MANNING
EN 1998 un mariscal de campo novato había perdido un partido ante el que ya era el líder de todos los tiempos en pases de touchdown, Dan Marino. Su conferencia de prensa fue rápida y unos cuantos periodistas estaban presentes en el vestidor del entonces Pro Player Stadium.
Al terminar, el jovencito Peyton Manning se despidió de mano de los cinco o seis reporteros presentes. Los Delfines de Miami habían superado 27-14 a los Potros de Indianápolis. Esa tarde fue especial en el Sur de Florida, algo se sentía en el ambiente. Hoy lo comprendo, aquel día de noviembre estaban frente a frente dos de los mejores pasadores que ha tenido la NFL.
Manning había perdido sus dos primeros partidos contra Marino, de hecho, esa temporada sólo pudo llevar a sus Potros a tres triunfos. Un año después los tenía con la mejor marca de la Conferencia Americana y un 13-3.
El Súper Bowl parecía algo elusivo para Peyton, y en aquellas épocas nos hacía suponer que era una maldición o un “vudú” que le cayó a su familia cuando su padre Archie Manning fue reclutado por los Santos de Nueva Orleáns.
Manning tardó nueve temporadas en llegar al Súper Bowl. No sólo llegó, sino que lo ganó. Fue la edición XLI y fue nombrado el Jugador Más Valioso. Finalmente un Manning podía alzar el Trofeo Vince Lombardi.
La definición del famoso número 18, quien jugara con Indianápolis y actualmente lo hace para los Broncos de Denver, no pasará a la historia sólo como un jugador que rompió marcas o que lideró a sus equipos a ganar determinado número de títulos, sino como alguien que revolucionó por completo su deporte y obviamente la posición de quarterback.
No es un brazo potente, no es movilidad, no es un liderazgo verbal, simplemente Peyton Manning es la ilustración que aparecerá en enciclopedias junto a la palabra “Quarterback”, actualmente en Wikipedia.
De hecho, Manning no es un jugador muy atlético. Sus brazos no son tan voluminosos como Andrew Luck, sus pases nunca fueron tan profundos como John Elway o tan veloces como Dan Marino, tampoco llevan la espiral perfecta de Joe Montana. La mayor virtud de Peyton, y es algo donde no tiene comparación alguna: su mente.
Hay genios matemáticos que si abriéramos su cerebro veríamos números, algoritmos, ecuaciones, sistemas binarios y demás, en el caso del cerebro de Manning, observaríamos “X” y “O”, diagramas de jugadas, trayectorias de receptores, opciones, lecturas de defensivas, horas y horas de video, mensajes a su brazo derecho para lanzar el pase en el momento oportuno y, por supuesto, muchos “Omaha”.
Este señor es más que un mariscal de campo, prácticamente es un coordinador ofensivo en el campo de juego, y hasta en ocasiones podemos pensar que un entrenador en jefe, porque nadie conoce más de defensivas.
Se perdió una temporada completa por la lesión en el cuello, pero regresó como los buenos vinos, mejor con el tiempo.
Quizá podamos poner en el debate del mejor de todos los tiempos a unos cuantos pasadores como Montana, Marino, Elway, Troy Aikman, Otto Graham, Johnny Unitas y Brady, pero creo que la gran mayoría de analistas, periodistas, aficionados, entrenadores y jugadores dirán que Peyton Manning es el mejor quarterback que ha visto la NFL.