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7, agosto 2016 - 18:38

┃ Luis García Olivo

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POR LUIS GARCÍA OLIVO/ ENVIADO

SALVADOR DE BAHÍA.- Los reflectores no los iluminan en comparación a sus retoños, pero siempre están ahí, en las buenas y malas, eternamente apoyan a sus “peques” y hoy más que nunca cuando cumplen uno de sus más grandes y anhelados sueños: Estar en unos Juegos Olímpicos con el Tricolor.

Como en todas partes sucede, la familia es el principal motor de cada individuo, lo apoya ciegamente a temprana edad, lo saca adelante pese a las dificultades y siempre cree en ellos. El amor y  cariño hacia los hijos es inmedible y el orgullo por representar a un país en la máxima justa olímpica es doblemente regocijante.

No importan las millas, las pocas horas de sueño, el fuerte gasto económico y los nervios por no poder entrar a la cancha y ayudar contra el rival, porque simplemente estar en Río 2016 ya es la gran recompensa junto a sus retoños.

Así lo describen los padres y familiares de Rodolfo Pizarro, Ponchito González y José Abella, que junto a ESTO relatan todo el esfuerzo de sus hijos por estar en los JO, el sueño logrado y su más clara ambición: Regresar a México con la medalla de oro.

Hoy los esfuerzos del pasado, el ausentarse de fiestas familiares y reuniones con los amigos son la recompensa por estar acá en Brasil, en Salvador de Bahía en plena competición de Río 2016, que pese a iniciar con el empate frente a Alemania notan al equipo y a sus hijos más fuertes que nunca en busca del pase a la siguiente ronda, y por consecuencia por la medalla de oro.

“LOS  PIZARRO”

Los ánimos no decaen y menos en la familia olímpica, y pese a que no jueguen al lado de sus hijos, están en cuerpo y alma con los seleccionados, su principal motor como si los acompañaran a su primer día de clases.  “Siempre lo hemos apoyado, desde la vez pasada con el Tricolor mayor con el “Piojo” fuimos  a San Antonio, hicimos el viaje y vimos el partido porque era su debut. Ahora hicimos el viaje para acá y él sabe que siempre estaremos con él”, dice la señora Laura Thomas González, madre de Rodolfo Pizarro quien junto a su esposo, Rodolfo Pizarro Ponce disfrutaron de la anotación de su hijo.

“A lo lejos lo vi claramente, reconozco sus movimientos, sé cómo corre y al momento del gol lo corrobore con el festejo, con el bailecito que dice es para las chicas”, agrega el padre del elemento de los Tuzos.

Sin embargo, tiempo más tarde  Alemania arruinó la tarde y empató. “Pensábamos que nos íbamos a llevar la victoria, hubiera sido sensacional el gane. Esperemos que ahora sí ganen el domingo”, añade la  señora Laura.

Las millas y el fuerte gasto económico no son pretextos para perderse un torneo de suma importancia internacional, no hay fronteras ni impedimentos de no estar con el ser querido en tierras olímpicas, en un torneo en el que difícilmente volverán a estar de nueva cuenta.

“Desde hace tiempo checamos presupuestos, junto a la ayuda de otros familiares de jugadores viajamos en grupo. Es nuestra primera vez que venimos con los papás de más jugadores, pero sabemos que esto es algo único. Nos remontamos a la infancia, como cuando íbamos a los partidos infantiles”.

Uno de los sueños de la familia Pizarro se cumplió con Río 2016, pero quieren más. “con este viaje a Brasil nos preparamos para ir a Europa, me estoy entrenando en los aviones. Esperamos que cumpla esa meta”, comparte doña Laura.

“LOS GONZÁLEZ”

Antes de partir a un tour citadino por Salvador para conocer más, Luis Enrique González Garza, padre de Ponchito, se quedó con las ganas de ver a su hijo debutar en el torneo olímpico, se conformó con verlo calentar contra Alemania, pues el “Potro” ingresó a Cisneros, Torres y Guzmán. No obstante, no pierde la fe de verlo contra Fiji.

“Pensé que sí entraba, lo vi que calentaba solo, y nos emocionamos”, pero “creo que al final les faltó un poquito más de confianza. México tenía para ganarle a los alemanes, fácil”.

Después del partido, la familia fue arroparlos al hotel de concentración “y los vimos bien, fuertes, el empate los “agüitó”, pero también los motivó más”, precisa el señor Luis.

En compañía de sus otros dos hijos, Ricardo y Armando Alonso, éste último hermano gemelo de Ponchito, asegura que el elemento de Rayados está acostumbrándose a los mejores torneos, como por ejemplo el que vivió en el 2011 con el Mundial Sub-17.

“Fue algo tremendo para él y la familia, fue algo hermoso”, pero lo único malo es que “muchos jugadores se quedaron  en el camino, creo que así es, pero la selección del 2011 tenía buenos integrantes”.

A su juicio cree con Sergio Almaguer,  “se cayó el equipo, se fueron desapareciendo  los muchachos, nos sé cuánto tuvo que ver el entrenador, o dicen que los chavos perdieron piso, pero yo los veía igual”.

En el actual seleccionado olímpico, solamente hay dos campeones mundiales del Sub-17, Marco Bueno y su amado Ponchito. “Cree que también sufrimos con las convocatorias, partidos y hasta lesiones. El que estén en selecciones es muy padre, sobresale, pero también sufrimos. Te separas de la familia, el amor es condicional, pero muchas veces se batalla con concentraciones largas”, explica el padre de Ponchito junto a sus también nueras Orange Rodríguez y Gaby Cueva.

“LOS ABELLA”

El camión está a punto de partir, toca el claxon y la visita al elevador Lacerda y Pelourinho se aproxima, pero Hugo Abella y Rocío Fanjul acuden al llamado con ESTO,  que con bandera mexicana explican todo lo vivido. “Ya estamos acá, es un sueño que se escala, es el cierre de todo el trabajo de fuerzas básicas, es un proceso de Sub 17, Sub 20 y Sub 23, y estamos muy emocionados por ver a nuestros hijos”.

Desde Córdoba, Veracruz, la familia de José Abella no se entristece porque un gol alemán surgió por la banda izquierda, sitió que del lado mexicano ocupa su hijo.  “Lo estábamos viendo en repetición, Montes se barrió, a Abella se le va, a Talavera igual, era su marca, y a partir de ahí mejoró, pero los vamos apoyar hasta el oro”, comparte la madre de José Abella, que también esta gustosa por el apoyo que le brindó desde Portugal su sobrino, Miguel Layún, a su retoño y al equipo mexicano.

“Miguel es un ángel, es un muy buen ser humano, y un mejor jugador, nos dio gusto ese gran gesto, es algo inolvidable para mi hijo y el equipo, realmente es un gesto bastante agradable”, finaliza la mamá junto al gran amigo de la familia, Arturo Juárez, que se olvidó por un momento de sus asesorías para disfrutar de la hermosa Salvador de Bahía.