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14, agosto 2025 - 4:20

La burla como arma: la WNBA frente a la violencia simbólica

Por Andrea Domínguez, parte del equipo de Somos Versus.

 

Lo que sucede hoy en la WNBA no es un accidente, ni un episodio aislado, es una muestra clara de cómo, incluso en el presente y ante el éxito indiscutible, siguen buscando minimizar y ridiculizar a las mujeres en el deporte.

La WNBA (Asociación Nacional de Baloncesto Femenino) es la liga de basquetbol con las mejores jugadoras del mundo y ha crecido exponencialmente en los últimos años, específicamente en el 2024 creció 219% comparado al año anterior. Reúne talento de múltiples países y muestra un nivel de competencia que no se encuentra en otras ligas deportivas profesionales.

Pero, a pesar de la sobresaliente calidad de sus jugadoras, las noticias que rodean la liga, rara vez giran en torno al juego o al desempeño de ellas. En cambio, la liga enfrenta un constante bloqueo mediático y social que refleja la intersección de diversas formas de discriminación, como el racismo, la misoginia, homofobia y otras exlusiones que limitan la visibilidad y el reconocimiento que merece y que las jugadoras llevan más de 20 años construyendo.

La más reciente muestra de esto, se ha dado en cinco partidos diferentes en los últimos días, donde se han lanzado juguetes sexuales, específicamente dildos, a la cancha. Y aunque a simple vista puede parecer una broma absurda, este gesto se inserta en un patrón persistente, que usa la sexualización y el ridículo para poner en duda la legitimidad de las mujeres en el deporte. Y el dildo no es un objeto cualquiera. Es un símbolo cargado y ligado a la insinuación sexual.

El humor puede ser manipulado y utilizado como coartada perfecta para normalizar diferentes tipos de violencia, en este caso simbólica. Se hace reír, se resta importancia y se busca erosionar el respeto que debería existir hacia una liga que nos ofrece tanto de qué hablar en cuestión de calidad y estrategia de juego.

Esta cadena de sucesos no ocurre en una liga en decadencia; por el contrario, se da en el momento más exitoso de su historia, con récords de audiencia (170% de aumento en ESPN y 86% en CBS Sports), asistencia (aumentó 48%) y ventas de mercancía (crecieron 233%). Ese crecimiento es fruto del trabajo y talento de las jugadoras actuales y de quienes sostuvieron la liga durante años sin la cobertura mediática que merecían. Coincide, además, con que la unión de jugadoras negocia con la liga un nuevo acuerdo laboral (CBA) que, entre otras cláusulas, busca el aumento salarial de las basquetbolistas.

Desde sus inicios, la sexualización de las atletas, ha sido uno de los principales obstáculos y rezagos sociales que han frenado el desarrollo genuino del deporte femenil. Esta problemática se manifiesta de muchas formas, desde el control estricto (y en ocasiones cuestionable) sobre la vestimenta, y las comparaciones con estándares de belleza, hasta las interrogantes sobre la maternidad dirigidas a jugadoras embarazadas o con hijos.

Que el ridículo y la burla sigan siendo las armas para desacreditar a las mujeres atletas revela un problema estructural mucho más profundo: la resistencia a reconocer su autonomía y su pertenencia en el deporte. Quienes recurren a esas tácticas no lo hacen por casualidad; saben que en este espacio hay algo poderoso que incomoda a quienes prefieren mantener a las mujeres al margen, buscando invisibilizarlas.

La WNBA y sus jugadoras representan más que un espectáculo deportivo: son un espejo que revela y cuestiona las estructuras que insisten en negarles reconocimiento genuino, pero también reflejan todo lo competitivo, poderoso, y transformador que puede ser cuando las mujeres habitan el deporte.

Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad de quien las emite y no de esta casa editorial. Aquí se respeta la libertad de expresión.