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13, febrero 2025 - 4:14

Caso Rubiales y la polarización de los medios

La polarización de los medios reproduce un discurso que minimiza los abusos y la violencia, buscando provocar el silencio de las personas. El problema no es la diversidad de opiniones, sino la desacreditación a quienes denuncian, en este caso, violencia de género dentro del deporte.

El juicio contra Luis Rubiales, expresidente de la Real Federación Española de Futbol (RFEF), por el beso no consensuado a Jennifer Hermoso durante la premiación de la final del Mundial Femenino de 2023, comenzó la semana pasada. Tratándose también sobre las presiones que Hermoso sufrió tras el evento, las cuales desataron una serie de respuestas violentas hacia ella y sus compañeras.

El inicio del juicio ha rebotado la polarización de las narrativas de parte de los medios de comunicación. Por un lado se encuentra una ola de apoyo a Jenni y a todas sus compañeras, que ven su testimonio no sólo como una denuncia sobre el beso sin consentimiento, sino sobre toda la estructura que ha dado lugar y ha respaldado diferentes tipos de abusos. Y por otro lado, un sector de los medios y la población han optado por minimizar el incidente y cuestionar la credibilidad de Hermoso.

Rubiales no es el único acusado; otros directivos y miembros de la RFEF están siendo investigados por su papel en el manejo del asunto y manipulación a las reacciones posteriores, presionando a Jenni y sus compañeras para que no denunciaran la gravedad del acto. Desde antes de que las jugadoras o la misma federación compartieran algún comunicado, un estudio de la FIFA sobre abuso en línea identificó el beso como uno de los incidentes que más violencia generó durante el torneo, teniendo en su mayoría comentarios de agresión sexual y misóginos. La violencia digital no solo ha estado dirigida hacia Jennifer, sino también hacia sus compañeras y quienes han alzado la voz en su defensa.

La narrativa mediática se ha visto fragmentada entre los medios que han abordado el caso como una oportunidad para evidenciar la cultura de abuso y silenciamiento en el deporte, y por otro lado se encuentran los medios que han optado por disminuir su importancia, describiéndolo como un “gesto sin mala intención” de parte de Rubiales, o una “exageración mediática” a quiénes han denunciado. El efecto de lo que comunican los medios tiene repercusiones en la percepción del público. Al dar información distorsionada o sesgada generan un discurso muy diferente.

Además, han insistido en hablar sobre el tema, pero desviando el foco de la discusión. Se centran en la carrera de Rubiales y en cómo esto puede afectarle, con lo “desproporcionadas” que son las consecuencias para él por “un error”. Mientras que el análisis estructural del suceso y el impacto que tuvo en las jugadoras españolas se pierde en la conversación. A esto se suma la manipulación del lenguaje, frases como “el polémico beso”, “el gesto de cariño”, o “un acto malinterpretado”, ocultan la gravedad de la agresión cometida. Las formas en las que se comunican los hechos importan.

 

Incluso se ha visto cómo en los medios analizan el comportamiento de Jenni posteriormente en la premiación, así como en el juicio. A lo que ella responde: “mi actitud (…) no quita lo que yo siento y (…) no tengo ni que estar llorando en una habitación ni haberme tirado al suelo cuando pasó el acto para dar a entender que eso no me gustó”. El enfocarse en su reacción, y no en el abuso recibido, refleja cómo se cuestiona constantemente a las víctimas, exigiéndoles pruebas emocionales para darle credibilidad a sus historias. Mientras tanto, la conversación sigue desviándose de la violencia que sufrió y la responsabilidad de quienes intentaron silenciarla.