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Fecha

7, junio 2023 - 8:00

Corriendo por la igualdad

Su valentía y perseverancia en una época en la que el deporte era una actividad reservada principalmente para los hombres, son un ejemplo de lo que las mujeres son capaces de lograr cuando deciden ir en contra de las normas impuestas por la sociedad.

Hasta 1966, el maratón de Boston era considerado una carrera exclusivamente masculina, las mujeres no podían participar en la carrera oficialmente y solo podían correr por una ruta alternativa. Roberta “Bobbi” Gibb, una joven estudiante de arte, no estaba dispuesta a aceptar este hecho. ​​

Ese mismo año, Gibb decidió hacer una petición formal a la Boston Athletic Association para participar en la carrera. Desafortunadamente, su inscripción fue denegada porque las mujeres “no estaban consideradas fisiológicamente capacitadas para correr una maratón”. A pesar de la negativa, no se rindió y el día del maratón, se disfrazó con una sudadera y unas bermudas de su hermano, se mezcló entre la multitud y comenzó a correr.

A medida que avanzaba la carrera recibió el apoyo de los espectadores, quienes se dieron cuenta de su disfraz y la animaron. A pesar del reto de la carrera, Gibb perseveró y cruzó la línea de meta en 3 horas y 21 minutos, convirtiéndose en la primera mujer en completar la distancia del maratón y demostrar así que las mujeres, no solo pueden correr distancias largas, sino que también pueden hacerlo de manera competitiva.

Antes de que Gibb cruzara a la meta, la participación de una mujer en el maratón de Boston había generado una gran atención en los medios. La radio informaba sobre su progreso y los periódicos querían entrevistarla. Sports Illustrated publicó un artículo en mayo de 1966 titulado “Una chica en un juego de hombres” escrito por Gwilym S. Brown, que destacaba la presencia femenina en una carrera dominada por hombres.

El reconocimiento tardío de la hazaña de Gibb

La hazaña de Gibb fue un hito histórico en la lucha por la igualdad de género en el deporte. Sin embargo, su logro no fue reconocido oficialmente por los organizadores del maratón de Boston hasta 1972, seis años después de su carrera, cuando finalmente se permitió la participación de mujeres. No fue hasta 1996, que Gibb fue reconocida por su participación en las carreras de 1966, 1967 y 1968. Posteriormente, su nombre fue inscrito en el Museo de la Boston Athletic Associations como una de las atletas más influyentes en la lucha por la igualdad de género en el deporte.

Curiosamente, Kathrine Switzer se considera la primera mujer en completar el maratón de Boston con un número de carrera, aunque también tuvo que hacerlo a escondidas. En 1967, Switzer inscribió su nombre con la inicial “K” en lugar de su nombre completo para ocultar su género, pero fue descubierta durante la carrera y atacada por un oficial antes de que otros corredores la protegieran y la ayudaran a terminar la carrera.

Sin embargo, es sabido que la iniciativa de Gibb abrió paso a todas las demás mujeres que siguieron su camino. Ella demostró al mundo, que la presencia de las mujeres en el deporte es esencial para lograr una verdadera igualdad de género, su historia es un ejemplo inspirador de cómo el deporte es una herramienta poderosa para romper y cuestionar lo establecido por la sociedad.