El deporte femenil ha sido protagonista este año, con logros y participaciones que reflejan su crecimiento imparable y su capacidad de trascender e inspirar cambios profundos.
Por primera vez, el deporte femenil de élite está generando más de mil millones de dólares. Las competencias de mujeres en 2024 causaron conversaciones y desataron interés en todo el país. Estrenamos la Liga Mexicana de Softbol, con una inauguración que rompió el récord mundial de asistencia a un evento de este deporte. Al igual que la final de la UEFA Champions League Femenil tuvo un 56% de aumento de audiencia respecto a la final de la temporada pasada.

Los Juegos Olímpicos de París 2024 fueron los primeros que estuvieron muy aproximados a la paridad de género, con 49% participación de mujeres, de las cuales podemos destacar las actuaciones de Simone Biles, Rebeca Andrade, Marine Johannes y Julien Alfred, aunque nos quedamos cortas de solo mencionarlas a ellas. Además fue el año en que pudimos presenciar el regreso y las sobresalientes rutinas de la selección mexicana de natación artística a la cita olímpica.

La final de la National Women Soccer League se jugó en el primer estadio construido exclusivamente para futbol femenil, donde Orlando Pride, liderado por Marta Vieira, logró una histórica victoria tras estar en las posiciones más bajas. De manera similar, New York Liberty, la única franquicia original de la WNBA sin título, rompió esa barrera este año ante 18,000 personas. Y es imposible no resaltar a las bicampeonas de la Liga MX Femenil, las Rayadas de Monterrey, que nos regalaron una final con todas las emociones posibles contra las Amazonas de Tigres, con una asistencia de 50 mil personas en el Gigante de Acero.

Sin embargo, a pesar de sus avances, el deporte femenil enfrenta importantes desafíos estructurales que no solo impactan a las deportistas, sino a todas las mujeres que son partícipes del deporte. La falta de inversión en el deporte infantil y juvenil para mujeres, limita la oportunidad de que practiquen y jueguen deporte, así como su acceso a espacios seguros y comprometidos con su desarrollo. El 73% de las niñas no tienen acceso a equipos de niñas, en su mayoría deben jugar en equipos mixtos masculinos para seguir practicando su deporte. Es crucial invertir en programas, infraestructura, instalaciones y en la formación de entrenadores y entrenadoras capacitadas, que no solo fomenten la participación de las jóvenes, sino que también ayuden a prevenir el abandono deportivo, que afecta al 7 de cada 10 niñas después de los 14 años.

La cobertura mediática del deporte femenil parece ser una tarea pendiente para los medios de comunicación deportivos en lugar de un tema prioritario y de igual importancia que sus contrapartes masculinas. Aunque se han visto avances, sobre todo en deportes como el futbol y el baloncesto, tan solo el 22% de la cobertura es de mujeres. Es necesario visibilizar a las deportistas, que sean más mujeres escribiendo y narrando las historias y que más niñas tengan acceso a ver y conocer a estas referentes. La desinformación y la misoginia han conducido algunas de las narrativas y discursos de la prensa, como es el caso de Imane Khelif y Barbra Banda, por lo que es necesario impulsar a que los medios deportivos tengan una cobertura con perspectiva de género. Las periodistas deportivas, árbitras, entrenadoras y atletas deben poder desempeñar sus funciones sin temor a ser víctimas de violencia, ya sea física, psicológica o digital.

Es importante también empezar a hablar del deporte femenil como deporte, donde a las deportistas se les reconozca como parte integral del deporte en general, permitiendo que sean vistas como profesionales que contribuyen al crecimiento y la evolución de todas las disciplinas.