Hechicero se olvidó de la amistad y venció con rudeza, clase y maestría a Euforia, en un mano a mano espectacular que enfrentó a dos de los Infernales, dónde el regiomontano necesito de tres caídas para vencer a su oponente.

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La Arena México se pintó de rojo: dos malvados estaban a punto de enfrentarse. Ambos rudos y compañeros de tercia. Ahora les tocaba enfrentarse, luchar uno contra el otro.

La técnica fue la base de la primera caída, la cual con maestría la ganaba Euforia al someter del brazo izquierdo a su rival. Hechicero tendido en el ring, se dolía de su extremidad, le pedía al referí ayuda para acomodarlo, se bajaba del ring aún con dolor y visitaba el médico, el cuál ayudaba sobando.

Pronto se reincorporó al cuadrilátero y con un segundo aire dominó la segunda caída hasta llevársela.
Así arrancó la tercera caída, con ambos gladiadores exhaustos, adoloridos y lastimados, pero ambos con sed de triunfo.

Euforia era el más impetuoso, buscaba la victoria con lucha a ras de lona, atacaba constantemente el brazo lastimado de su rival. Llevaba a su rival a las alturas y lo azotaba al enlonado. Sin embargo, Hechicero se recuperó de una plancha y puso a Euforia a su merced.

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Lo pateó en la cabeza y le daba dos rodillazos en la cabeza, lo tiraba al ring y volvía a buscar la pierna del lagunero, la castigaba con fuerza y Euforia, por fin, se rindió para que su amigo y anoche rival se llevara la victoria con el puño arriba.

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