17, septiembre 2021 - 8:00
Celeste, mascota del América
JAVIER JUÁREZ
FOTOS: MARTÍN MONTIEL
Celeste, pero sin ninguna relación con Cruz Azul. Todo lo contrario. Es un águila real, azulcrema. Hasta su caperuza tiene el escudo del América. Celeste es el nombre que eligió la familia Azcárraga para llamar a la mascota del club. Ella es majestuosa. Educada. No genera miedo, al contrario, tenerla tan cerca causa asombro.
El 19 de septiembre de 1981, América adoptó el mote de Águilas y un día después lo estrenó en un partido contra Neza. El alias embonó perfecto con la institución. En esos años los azulcremas ganaron cinco títulos de liga: “Qué mejor que un águila para representar al América, su grandeza, su fortaleza, su majestuosidad, etcétera, tiene muchas características de un águila real, por eso es el símbolo nacional”, expresó Omar Álvarez a ESTO.
La plática se dio a un costado del aguilario en Coapa. Celeste estuvo todo el tiempo en el brazo izquierdo de su entrenador. Dio la impresión de estar incómoda o que su peso era mucho para cargarla, pero “no, ella está bien, pesa cuatro kilos, es más hueso que carne”, contó.
Omar describió a su amiga: “Celeste es un águila real o águila dorada, es hembra, tiene 28 años, los acaba de cumplir, entramos al América en el año 2000, tenemos 21 años en el club, hacemos el espectáculo en el entretiempo en el estadio Azteca, el vuelo del águila”, relató su entrenador.
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Las miradas de Omar y Celeste se cruzaron todo el tiempo. La conexión entre ellos es evidente: “Celeste para mí es más que una compañera, he convivido con ella por muchos años, ella vio toda mi juventud, diario que la veo vuela conmigo, bueno, yo en mi mente, la ejercitó diariamente, es una conexión mutua entre los dos que tenemos”, contó.
Celeste no dejó de extender sus alas, eso provocaba mirarla, conocer más de su vida: “Las águilas reales son muy longevas, alcanzan a vivir 55 o 60 años, su alimentación es especialmente de conejo, es lo que se le da de comer en el club, es lo que come en su ambiente natural frecuentemente”, dijo.
Omar contó cómo adiestró a Celeste, surcar en el estadio Azteca es rutinario, pero eso llevo tiempo: “Celeste es la única que ha volado en el estadio, me llevó tres meses enseñarle, la fui acostumbrando cuando Necaxa era local en el estadio Azteca, empecé a volarla en esos juegos, primero a nivel de cancha y luego hasta arriba”, narró.
Un águila real “en su estado silvestre llega alcanzar de vista hasta dos kilómetros para cazar a su presa”, explicó.
Celeste está acostumbrada “al ruido, a la gente, es un proceso para que ella se acostumbre, la lleve de a poco para que no se estresara, ahora es algo común, no le estresa nada, lleva volando 21 años, volar en el estadio es como volar en el bosque para ella”, dijo.
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Las garras de Celeste son enormes, oscuras, curvas “miden 15 centímetros, nunca he tenido un accidente con ella, uso el guante para que ella pose y no te pueda lastimar”, comentó.
En el estadio tampoco se han registrado incidentes: “Nunca ha pasado nada, cuando América es local, regularmente voy al estadio los viernes y entreno con ella para que no exista ninguna equivocación el día de juego, si existe algo anormal no se vuela”.
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Celeste es azulcrema, su casco tiene el escudo de las Águilas: “Se llama caperuza, sirve para transportar al ave de un lado a otro y no se estrese”.
Omar y Celeste están felices de representar a la institución azulcrema: “América es el equipo más grande y estar nosotros incluidos es una cosa fantástica, para mí y también para ella, le gusta vivir en el club, ejercitarse diariamente en estos campos”, contó.
La plática cerró con una demostración del vuelo de Celeste. El intenso aire evitó que ella volara alto: “Es peligroso, por los cables, edificios, el aire la puede alejar y no la deja regresar”, dijo Omar.
El vuelo fue a ras de suelo. Celeste comió conejo y luego planeó durante dieciséis segundos hasta regresar al brazo de Omar.
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