10, noviembre 2023 - 14:09
Dark Ludgia quiere triunfar en la lucha libre y como odontólogo / Foto: Oswaldo Figueroa
Los sueños de Dark Ludgia no se limitan a triunfar en la lucha libre, su más grande pasión, sino que van más allá. El joven de Ciudad Neza sabe que el deporte es efímero, por lo que tiene trazado su plan para la vida: estudiar odontología.
En charla con ESTO, el gladiador compartió que siente un gran interés por la odontología, algo que contrasta en demasía con el deporte de los costalazos.
“En la prepa mi plan a corto plazo es estudiar en la UNAM. Quiero estudiar odontología y tener una carrera fija. Esto algún día se puede acabar y con qué me mantengo. Me llama la atención cómo ponen los brackets, cómo hacer una limpieza de diente, cómo te abren para sacarte un diente“, relató.
A sus 16 años, Dark Ludgia ya sabe lo que es una lesión de gravedad, por ello es que ya comienza a ponerle cimientos a su andar profesional.
“Una de mis complicaciones fue romperme la clavícula en un entrenamiento. Una compañera me quiso jalar el pie, caí de cara al ring, me levanté y quise alzar mi mano y ya no pude. Me dolía mucho, ese día me llevaron a urgencias. Me aventé seis meses, pero mi recuperación fue de dos meses y seis para que soldara bien. Hace un año tuve una fisura y un esguince en el tobillo derecho. Mi error fue poner el pie derecho adelante al recibir a un compañero“, dijo.
“Mi mamá pensó que ya no me iba a gustar. Me dijeron que me iban a apoyar si yo decidía ya no entrenar. Mi mamá se ponía un poco más nerviosa. Decidí volver a entrenar y volver a disfrutar de este deporte“, agregó.
EN LA SECUNDARIA ‘LE CANTARON UN TIRO’ POR SER LUCHADOR
Dark Ludgia compartió que no siempre le ha sido posible ocultar las huellas de las batallas. Cuando iba en la secundaria un compañero lo retó a una pelea.
“En la secundaria, porque entrenas algo te quieren partir la madre. Te dicen que a ver si como entrenas pegas o cosas así. Una vez sí me llegó a tocar. Un compañero me dijo ‘¿A poco sí? ¿Qué eres luchador?’ Todavía jugando le dije que sí, pero de la vida. En eso me empuja, se va y en eso otro compañero me dice: ‘¿Que si unos putazos?’ Jugando le dije que sí, y de repente veo y mi compañero ya venía con un puñetazo a la cara. Lo jalé del brazo y le puse un candado al cuello. Ese día le mandaron a llamar a mis papás porque supuestamente habías lastimado a mis compañeros“, expresó.
Compartió que incluso una profesora siempre mostró su ánimo para apoyarlo e ir a verlo en una función de lucha libre.
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“Empecé en la primaria y nadie sabía. En la secundaria era un momento incógnito, una vez un compañero notó que yo venía cojeando. A la segunda semana me dijo que ya algo andaba mal; le dije que estaba entrenando lucha y ese amigo me prometió no decirle a nadie. En tercero de secundaria una maestra de español se dio cuenta que traía el pecho roto, me dijo que eso no era normal en mí y le dije que entrenaba lucha, pero ella sí le dijo a otras maestras, incluso me preguntó cuándo luchaba para verme”, cerró.