“Desde que entro a escena, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, fueron las palabras con las que Simone Biles explicó su retiro temporal de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

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El mundo acudía expectante a la cita con la historia, la consolidación de una de las gimnastas más brillantes que ha existido sobre la tierra, en cambio se llevó una lección, ni todo el oro vale la tranquilidad de una atleta. A dos años de aquella historia, que cambió la concepción de la salud mental en el deporte, Biles está lista para regresar a las competencias este sábado, con el U.S. Classic de Chicago, un evento que la pone de lleno en el camino rumbo a París 2024.

LA HISTORIA DE SIMONE BILES

La historia de aquellos Juegos Olímpicos de Tokio 2020 quedaría marcada por la valentía de Biles. La gimnasta norteamericana experimentó durante la justa un fenómeno conocido como twisties; es decir, la pérdida de referencia en el aire, un aspecto vital en la disciplina. “Ya había tenido ‘twisties’ antes, pero nunca me había pasado durante una competición tan importante, sólo de vez en cuando, en el entrenamiento”, dijo Biles, visiblemente afectada, quien además confesó sentir “el peso del mundo sobre sus hombros”.

La ganadora de cuatro oros en los Juegos Olímpicos de Río optó por no participar en el resto de las pruebas para no poner en riesgo su integridad. “Los médicos me han examinado todos los días y tuve sesiones con un psicólogo deportivo. Entrenar durante cinco años, venir aquí y no ser capaz de hacer algo, no ha sido muy divertido”, dijo.

Con el mensaje enviado sobre la importancia de la salud mental en el deporte, la gimnasta participó en la prueba de barra de equilibrio, donde ganó el bronce, aún así, aprovechó la tribuna para crear conciencia sobre lo ocurrido. “Lo hice por mí y estoy orgullosa de haber sido capaz de competir de nuevo (en Tokio). Hay que darse cuenta de que somos seres humanos, no sólo unas atracciones”.

“Diría a los otros atletas: pongan su integridad física por encima de todo, aunque eso suponga ausentarse de las mayores competiciones, será mejor mentalmente. Mi salud física y mental cuentan más que todas las medallas que pueda ganar”, agregó.

Una vez finalizados los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la gimnasta dedicó el tiempo necesario para procurar su salud mental. Fueron dos años en los que Biles estuvo alejada de las competencias, pero no de los reflectores. Congruente con su discurso, la atleta priorizó su vida personal antes que la deportiva, y así sanaron algunas heridas. En el camino se casó con el jugador de futbol americano Jonathan Owens y tomó ayuda psicológica. También tomó la voz de mando para denunciar al entrenador Larry Nassar, condenado por abusar sexualmente de decenas de atletas, entre ellas Biles.

“Mucha terapia, voy una vez a la semana durante casi dos horas. He tenido tanto trauma que poder trabajar en algunos de esos traumas y en la curación es una bendición”, escribió la gimnasta en su cuenta de Instagram.

Liberada de la presión, Biles suele actualizar a sus seguidores sobre su proceso deportivo. Los giros que por años ejecutó de manera prodigiosa han vuelto a fluir con la naturalidad de quien nació para eso. “Cuando los ‘twisties’ ocurren, vas directamente al gimnasio y trabajas en ello. Me tomé más de un año de descanso y ENTONCES volví… Me quedé petrificada. Pero estoy bien. Vuelvo a girar. Sin preocupaciones. Todo va bien”, dijo Biles, en una señal de que estaba lista para volver.

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Hace algunos meses tomó la decisión de retomar su carrera deportiva, lo hará en el U.S. Classic de Chicago, una competencia que le permitirá sumar puntos de cara a París 2024 y entonces sí, saldar lo que acaso quedó pendiente.