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Columna invitada
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Alejandro Jiménez

Fecha

22, marzo 2025 - 5:36

Tenis: el dique roto

Por Alejandro Jiménez

La baraja tenística se ha diversificado: ya no ganan solo 3 o 4, los mismos nombres, ahora hay jugadores excelentes que tienen lo que no tuvieron sus antecesores generacionales: la oportunidad de ganar.

Y gana uno como espectador, la delicia de ver juegos mucho más disputados y no sólo el aburrimiento de saber de antemano quién va a ganar.

Se rompió el muro que impedía el florecimiento y la diversificación tenística. Retirados Rafael Nadal, Roger Federer, Serena Williams y casi casi Novak Djokovic estamos ante el surgimiento de nuevas figuras que refrescan la escena tenística mundial.

Hay astros como Carlos Alcaraz o Jannick Sinner, pero ya no omnipoderosos. Un apenas conocido Jack Draper acaba de ganar Indian Wells. Joao Fonseca, de Brasil, está jugando con gran técnica en Miami.

Hay siete jugadores argentinos en el top 110 del mundo: Cerúndolo, Báez, Etcheverry, Navone, Díaz Acosta, Pedro Cachín y Thiago Agustín Tirante, antes no se podía dar ese corrimiento hacia arriba de jugadores latinoamericanos.

La sensación rusa, Mirra Andreeva, de 17 años, se llevó dos torneos espalda con espalda, borrando a Sabalenka, Swiantek y Ribakina, en juegos espectaculares. Hasta Madison Keys o Danielle Collins, eternas comparsas de las grandes, han podido mostrar su verdadero tenis y ganar torneos importantes.

Esta diversificación de nombres es refrescante. La competencia se ha enriquecido.

Prácticamente hubo dos generaciones de tenistas que tuvieron la desgracia de ser contemporáneos de los grandes monopolizadores de triunfos; aquellos nunca ganaron Grand Slams, que eran los eternos jugadores de cuartos de final o de final, pero sólo como actores de reparto, nunca de protagonistas: Dominic Thiem, Grigor Dimitrov, Gael Monfils, David Goffin, John Isner, etcétera.

Ciertamente los desafíos continúan para el tenis mundial, entre ellos el de la igualdad salarial, equidad en número de sets jugados (que siempre es mayor para los hombres en Grand Slam), o un calendario de juegos mortal, que propicia lesiones y abandonos, pero que tendrán que ir resolviéndose sobre la marcha.

Por lo pronto hay que disfrutar que hay más competencia, una calidad en ascenso, con competidores y competidoras más físicas, más técnicas, que tienen la misma oportunidad de ganar o perder que los demás.