GANAR, golear y gustar.
¿Todavía es posible hacer eso en el futbol actual?
No dudo que en algunos partidos se pueda hacer algo así, sobre todo si el equipo que sale triunfador se ve beneficiado por algunas circunstancias que se puedan presentar en el juego.
Hacerlo de manera permanente, no creo.
Ayer, durante su presentación como nuevo técnico del América, Gustavo Matosas habló del estilo de juego que le gusta.
Su filosofía está muy clara: le gusta atacar.
Es amante del futbol ofensivo y en el León nos mostró algo de esa mística. Ya lo conocemos y sabemos que con los esmeraldas alcanzó un volumen de juego importante. Eso sí, aclaró que no sabe ganar como sea.
Habría que preguntarle a otros técnicos si también desconocen esa forma de juego tan mencionada en el futbol mexicano: “Ganar como sea”.
No conozco un técnico que no trabaje. Todos tratan de ocupar la semana para establecer una forma, un sistema de juego. Y eso cada quien lo trabaja de acuerdo a sus gustos y sus conocimientos, de ahí que Lapuente no se parezca a La Volpe, que Vucetich piense diferente que Tomás Boy, que Matosas contraste con el “Tuca” y así me puedo seguir con muchos otros entrenadores.
Pero ninguno de ellos salía a ganar como sea.
Matosas se mostró muy bien en su primera conferencia de prensa en la que no vendió cuentos chinos, como él mismo lo mencionó.
Mientras él habla, en la cancha ya estaban trabajando algunos de sus nuevos refuerzos que hoy serán presentados.
Creo que no le dieron un Ferrari.
A Matosas le entregaron un avión al que debe hacer volar para ganar, golear y gustar, porque eso le gusta a los seguidores americanistas, como hace mucho tiempo sucedió con Leo Beenhakker… y lo corrieron.
Ayer platiqué en el Nido con Ricardo Peláez y tiene razón, las polémicas en un club como el América, nunca se van a terminar y es cierto. Además, estamos hablando del equipo más mediático del futbol mexicano, al que se le critica todo. No me quiero ni imaginar lo que pasará si a Matosas se le complica el vuelo con las Águilas. Dirigir a este equipo tiene sus ventajas, aunque el entrenador siempre estará sentado sobre un barril de pólvora.

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