13, agosto 2025 - 20:28
Cerro Porteño y Estudiantes jugaron un partido de la Copa Libertadores. Foto: Luis Garduño _ ENVIADO
ASUNCIÓN.- Para cualquier mexicano que le guste el futbol y tenga edad de recordar lo que pasó hace por lo menos 10 años, la Copa Libertadores siempre será un recuerdo plagado de nostalgia. Todo aquello que fue pero ya no es. Aunque lejana, incluso remota, la posibilidad de que algún día vuelvan a disputarla se mantiene prendida como una velita que no se apaga.
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El torneo de clubes más importante del continente tiene su encanto, y más si se vive en algunas de las capitales sudamericanas, donde la cotidianidad de la competición figura como algo que es parte de ellos, sin el temor de que alguien cierre la puerta de los invitados.
Los Juegos Panamericanos Jr de Asunción 2025 coincidieron con el partido de ida de los octavos de final entre Cerro Porteño y Estudiantes de la Plata. El estadio de la Nueva Olla fue auténticamente eso, una olla de presión en la que ambas hinchadas cantaron durante los noventa minutos y solo fue hasta el gol de Ascacibar, cuando el tiempo agregado ya iba en los 98, que el silencio se apoderó de la barra local y solo los gritos de los visitantes colmaron la noche en Asunción.
🔥 ¡Duelo de gigantes en La Nueva Olla! 🔥
— Esto en Línea (@estoenlinea) August 14, 2025
Cerro Porteño 🆚 Estudiantes se vieron las caras en un enfrentamiento electrizante por la Copa Libertadores 🏆⚽
La pasión se encendió en Asunción y el estadio vibró.
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Antes de eso, el ambiente fue de Copa Libertadores. El concepto es capaz de entenderse en el argot futbolero, al que está por encima de todo y que pone a la pasión como punto central. Entre las bondades del futbol, está la de generar recuerdos. Una noche cualquiera puede ganarse su lugar en la memoria si se trata de un partido especial.
La idea, por ejemplo, está representada en la historia de Max, un aficionado al Cerro Porteño que vivió su primer partido de Libertadores. El pequeño niño ha ido decenas de veces a la Nueva Olla, pero esta vez fue especial porque el partido era de Copa.
La afición del Cerro vive el futbol a su manera. La actualidad del equipo capitalino no acompaña del todo. Ya son tres partidos sin ganar, entre ellos el clásico ante el Olimpia. Cada balón retrasado desata la silbatina. La garra guaraní les impide concebir la vida, por lo tanto el futbol, como un paso atrás.
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El nombre del inmueble también podría deberse a la presión que el público intenta meterle al árbitro. El chileno Piero Maza comenzó bien, pero el paso de los minutos complicó cada vez más el panorama.
Afuera el futbol suele vivirse de formas similares. Las costumbres solo cambian por lo que se come. Si en México los tacos suponen la base gastronómica, en Paraguay son los asaditos lo que se vende en cada esquina, brochetas de carne que reposan en el carbón y acapara multitudes.
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