30, junio 2025 - 6:00
Las Águilas de la UAGro son un ejemplo de resiliencia en Guerrero / Fotos: Erik Estrella
CHILPANCINGO.- Cuando los jugadores de las Águilas de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) tienen el balón en sus pies, la esperanza de un país con paz y resiliencia aparece en el terreno de juego. Sus gritos de gol indican que sus sueños de jugar al futbol al máximo nivel son más fuertes que cualquier huracán y forman un escudo contra la violencia que ha dañado el tejido social en la entidad.
Este equipo, que participa en la Tercera División, cuenta con jóvenes de entre 17 y 21 años de las siete zonas de la entidad: Acapulco, Centro, Costa Grande, Costa Chica, Montaña, Norte, Tierra Caliente. Esos chicos anhelan ser como Cristiano Ronaldo, debutar en Primera División y llegar a la Selección Mexicana. Sin embargo, este proyecto va más allá.

“El objetivo principal es formar personas de bien y futbolistas de alto rendimiento. Pero no solamente trabajamos en el tema deportivo, sino también académico, mental, nutricional, para que sean personas que ayuden a sus familias, que estudien, tengan una carrera y puedan abonar al bien común de la sociedad guerrerense”, explica Martín Pureco, director técnico del conjunto con sede en Chilpancingo.
Guerrero necesita este tipo de equipos que sirvan como medicina. En los últimos años, el estado ha sido lastimado por huracanes y acontecimientos violentos. Por ejemplo, los ciclones Otis (2023) y John (2024) dejaron 430 mil personas damnificadas entre ambos. Además, la entidad es la novena a nivel nacional en homicidios dolosos, de acuerdo con el gobierno local. Incluso, la situación económica no es la mejor: más del 60 por ciento de la población se encuentra en la pobreza, de acuerdo con datos del Inegi.
Como contraste a ese contexto, los integrantes de las Águilas tienen la posibilidad de practicar deporte, tener estudios de preparatoria y universidad dentro de la misma UAGro, una casa club y comedor para que tengan un porvenir que trascienda al futbol.
“Hay muchas situaciones negativas en Guerrero, muchas. Es una realidad, pero se ha venido trabajando con el gobierno actual y con el rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán. Creo que sí ganamos mucho terreno (a la delincuencia) en tener jóvenes enfocados en el deporte, en la escuela, porque aquí en el equipo los jóvenes tienen que estudiar, tienen que sacar buenas calificaciones”, destaca Pureco.
Martín Pureco pide disciplina en las Águilas de la UAGro
Martín, como estratega, es cuidadoso en el pizarrón para indicar la táctica, pero también los acompaña en el lado humano. Se preocupa por la camaradería entre sus futbolistas, que limpien los vestidores, que entrenen a tope, que se mantengan con la mente en la cancha y en los libros, además de que tengan un proyecto de vida sólido.
Los entrenamientos están plagados de risas, de abrazos, de una que otra queja, pero siempre con el objetivo de ganar. Pureco da órdenes contundentes, pero también es cálido. Sus jugadores, quienes juegan torito, tenis balón y hacen ejercicios con pesas, le responden con obediencia y ganas de aprender los conceptos que los harán mejores. Eso sí, nunca dejan la música de lado.
Ya en los partidos, el técnico corrige la táctica, muestra los movimientos a hacer y orienta para mejorar la coordinación que les haga obtener los tres puntos.
Su intención es crear disciplina: que duerman temprano y bien, que coman adecuadamente, que no salgan en las noches y formen una rutina que será capaz de llevarlos al éxito y desterrar el estereotipo que les ha afectado históricamente.
“El guerrerense no es muy disciplinado, se deja llevar por malos hábitos y creo que eso es algo muy importante, porque los malos hábitos acaban contigo, como deportista acaban contigo. Hasta una mínima desvelada, te afecta el cuerpo, que va a ser siempre tu templo y si no le das un buen cuidado, es malo”, afirma Jardel Espinoza, entrenador de porteros y uno de los pilares en el cuerpo técnico de Pureco.
“Eso nos ha tenido en un mal concepto por borrachos, drogadictos, que no somos disciplinados. Agradezco muchísimo que volteen para acá, para que la gente se dé cuenta que estamos intentando hacer un cambio, o sea, de cierta manera mejorar esa perspectiva”, añade.
Jugadores como Jorge Campos, Orbelín Pineda y Julio González han salido de Guerrero para llegar a la Selección Mexicana. El sueño de ser como ellos está vigente en las Águilas UAGro, pero no como unas palabras sin sustento, sino con el trabajo disciplinado de unos jugadores que quieren volar hasta convertirse en ídolos de sus regiones.
El futbol se convirtió en un salvavidas en Guerrero
Los jugadores de la UAGro, al ser de las distintas zonas de Guerrero, han vivido adversidades diferentes: afectaciones por los desastres naturales, entornos violentos o el duelo por tener que dejar sus lugares de origen para cumplir sus sueños de ser futbolistas.
“Todos tenemos problemas en nuestra vida diaria y sin duda el futbol es como ese salvavidas que tienes. Hay muchos jóvenes que yo creo que su salvación la ven como fiestas, en mujeres, alcohol, todo eso, yo en el deporte”, considera Julio Alejandro Pineda, portero de las Águilas.
“Mi salvación es más que nada el futbol y ponerme los guantes porque se transforma en mi mundo. A la hora de entrar a la cancha, a la hora de entrenar cambia la perspectiva total de lo que está pasando afuera. Si tengo un problema, en cuanto me pongo los guantes es totalmente felicidad y me calma, me calma mucho”, agrega el guardameta oriundo de Chilpancingo.
Sin embargo, no están solos en la labor de tener una salud mental adecuada. Marisol Salado, psicóloga del equipo, señala que hay estrategias para atender a los futbolistas de la UAGro cualquiera que sea su situación personal y social.
“Estamos hablando de jóvenes que apenas están despertando a la vida, de 17 a 20 años máximo. Entonces, están en ese periodo de formación”, explica la especialista.
Salado agrega que en sus sesiones pregunta a los jugadores cómo se sienten y, en caso, de detectar un problema psicológico, derivado de un contexto de violencia, pérdida por un fenómeno natural o estar lejos de casa se atiende de inmediato.
“Queremos que nuestros jóvenes se focalicen en su proyecto de vida, más allá de lo que esté pasando en el contexto político, social, económico de nuestro país. Queremos que piensen ¿Y hacia dónde van? ¿Cómo se visualizan ellos? No solamente en este momento, sino a 5 años, a 10 años. Entonces, trabajamos con estos jóvenes que en 10 años van a ser la sociedad, los adultos, los padres, los que van a estar al frente de esta sociedad. Entonces, los llevamos hacia allá”, concluye la psicóloga.
Denilson Manzanares, la figura de las Águilas de la UAGro sueña con ser como Cristiano Ronaldo
Denilson Manzanares, originario de la Costa Chica de Guerrero, apaga la alarma. Son las 6 de la mañana y el sol en Chilpancingo comienza a salir. Al joven aún se le nota en el rostro las ganas de dormir un poco más, pero pueden más la ilusiones de ir a la escuela, mientras sueña con ser futbolista: su posición, contención.
Sale de la casa club de las Águilas UAGro a las 6:40 horas para emprender una caminata de alrededor de 20 minutos para acudir a sus clases. Llega al salón, saluda a sus compañeros como cualquier otro, porque el ser jugador no le hace más especial que los demás alumnos de la preparatoria. En el aula, la meta de ser futbolista acompaña a la de convertirse en profesionista en el futuro.
Denilson saca su cuaderno y pone atención a la sesión donde el maestro Felipe de Jesús enseña matemáticas. El pequeño guerrerense acepta que “no se me da (la materia), pero me esfuerzo por aprender tantito”, palabras que dice mientras apunta lo que ve en el pizarrón un tanto desorientado. Completa el ejercicio que tiene que resolver y acude a revisión con su profesor. Vuelve a su lugar, se sienta y habla un poco con sus compañeros.
“Mi sueño es llegar a Primera División. Ojalá que la virgencita y Diosito me ayuden con mi trabajo, porque le voy a echar ganas y ojalá lleguemos”, dice el jugador acompañado por la fe.
Su inspiración es CR7: “Cristiano Ronaldo es un ejemplo para mí, la verdad. Su disciplina, su trabajo, su garra que tiene es lo que la verdad apasiona a mí”, afirma convencido de que puede emular las gestas del ídolo portugués.
Denilson no suelta su vida académica, pese a que confiesa que al inicio le costaba combinar los estudios con el terreno de juego.
“Sí, al principio sí me costaba, pero me fui adaptando y poco a poco ya voy avanzando.
-¿Qué materias son las que más te gustan?
-Eh, español. porque te hablan de cosas interesantes y pues la matemática no se me da para nada.
-Pero te vimos muy entusiasta en la clase…
– Sí. Ahí le ando a veces diciendo cosas al profe que me eche la mano, en los trabajos, en entregar las tareas atrasadas y todo eso.
Luego de cerrar su libreta de apuntes, Denilson resalta certero: “vale la pena estudiar y jugar, porque el fútbol es corto; o sea, 30 años ya no puedo jugar y pero sigo estudiando, puedo tener una carrera, trabajar y todo eso”.
Wilber Dorantes y Jahir Ávila sufrieron con los huracanes Otis y Jhon
Los huracanes son inclementes. Wilber Dorantes y Jahir Ávila, jugadores de las Águilas UAGro, sufrieron los embates de Otis y John en Guerrero. Sus familias padecieron, sus casas fueron dañadas y la reconstrucción ha sido difícil, aunque el futbol ha sido un refugio ante las afectaciones de ambos ciclones.
“Más que nada el que me afectó a mí y a mi familia fue Otis. Otis sí nos hizo feo: volaron algunas láminas, las ventanas (de mi casa), se nos metió un poco de agua y algunas cosas sí se nos dañaron”, describe Wilber, originario de Acapulco, uno de los sitios más afectados por el vendaval.
Las pertenencias de Dorantes se mojaron: camas, roperos, las prendas de vestir y los vidrios de las ventanas se quedaron en el piso. Cuando Otis causó los estragos, el jugador y sus parientes se quedaron en el baño “hasta que se calmó un poquito”.
“Estuvimos como 20 días sin luz y no se podía dormir bien porque hacía calor y aparecieron los zancudos”, señala, pese a que considera que dentro de la tragedia por el fenómeno natural, hubo una situación positiva: la unión de la población.
“No sólo fue mi familia, sino todas las personas se unieron y en cualquier cosa se apoyaban”, expresa. También Wilber fue beneficiario de los recursos gubernamentales para atender a los damnificados que fueron censados.
“Tuvimos un apoyo por todo lo que habíamos perdido, un apoyo del gobierno y creo que fue un refrigerador y una estufa, algo así”.
Jahir es originario de un poblado guerrerense llamado El Carrizo. Ahí el huracán John pegó con dureza. El futbolista de las Águilas UAGro relata los estragos del fenómeno natural.
“Ahí de donde soy yo, pues fue un desastre. Tiró todo, tiró la cancha, el auditorio. Se llevó casas, láminas, varias palmas de coco, cosechas que tenían maíz, palmas, matas de plátanos y todo”.
Ávila recuerda que lo más doloroso del paso de John fue que no supo nada de su familia durante casi un mes. El jugador nunca dejó de entrenar, pero su mente también vivía con la incertidumbre de la situación de sus parientes.
“Se cayeron todas las cuerdas de luz, no agarraban ni señal ni luz. Tardé para comunicarme, pero gracias a una tía de Acapulco ya me dijo que estaban bien. Nada más que no había señal y todo eso. Pero sí, estuve preocupado pensando nada más en eso”, recrea.
-¿Y qué te dijo tu familia cuando por fin pudiste comunicarte?
– Que gracias a Dios no pasó nada, y yo les pregunté pues si estaban bien, que si necesitaban algo. La UAGro afortunadamente nos fue a apoyar allá.
El común denominador de ambos jugadores no sólo es el haber sufrido los huracanes más devastadores de los últimos años en Guerrero, sino encontrar un aliciente en el balompié.
“El fútbol ayuda mucho. Entrando a la cancha, se me se me olvida todo y estoy concentrado en el futbol y es algo que ayuda a despejar la mente de cualquier problema que tenga“, agradece Wilber.
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Jahir va por el mismo tenor: “el futbol me ayuda a superarme. También por el estudio que me brinda la UAGro. Me gusta estar jugando, entrenando todos los días, porque aquí entrenamos todos los días y me gusta hacer ejercicio. Mi sueño, como el de todos, es llegar a Primera División.
Jokza Parra superó la muerte de su hermano y ahora juega con las Águilas de la UAGro
Jokza Parra tiene una mirada decidida, como quien observa a sus sueños y no tiene la menor intención de dejarlos escapar, por más tragedias que se hayan asomado a su vida. Juega de lateral en las Águilas UAGro y es originario de Atoyac en la Costa Grande de Guerrero.
El jugador es un apasionado del futbol. Pero su sendero hacia las canchas del equipo de Chilpancingo fue muy duro. En la región donde vive trabajaba como repartidor de tortillas y cerca de máquinas que le quemaban. Tenía un sueldo aproximado de 270 pesos al dia.
En esa región, en 2024 hubo un llamado a no andar por las calles, debido a la violencia. Pero el balón, como siempre, puede más que cualquier freno.
“Yo trabajaba en una tortillería. Llevé bastante tiempo, cerca de 4 años estuve trabajando allí. La veía un poco pesada porque no estudiaba, ayudaba a mis padres cuando podía. A veces quedaba mal en el trabajo por ir a jugar futbol”, reconoce.
“Para mí, era muy matado. Estar en el sol a veces, repartiendo, estar en lo caliente.
Repartía a otras tortillerías o ayudaba en máquinas y eso para mí como que me gastaba mucho por el sol. Me quemaba bastante al estar en las máquinas, sentía demasiado calor. Se me hizo muy pesado estar ahí. Ya no quería seguir estando en esa forma”, externa el lateral.
Al joven futbolista le tocó vivir una tragedia familiar: la muerte de Jared, su hermano músico “que era como el pilar del hogar, porque era muy alegre, siempre le sacaba una sonrisa a la gente a su alrededor”.
“Él era músico, tocaba la tarola porque era de una banda y venía regresando de una tocada. A las cuatro de la mañana tuvo un accidente, chocó y él iba manejando y quien más golpes recibió”.
La pérdida cimbró a la familia: “desde el fallecimiento de mi hermano fue muy pesado para nosotros. Más que nada para mi mamá porque era un pilar para nosotros. Era como la cabeza de la familia. Era el que siempre nos alegraba cuando estábamos en momentos muy, muy complicados”, recrea..
“Cuando pasó eso, yo me vine abajo, mis hermanos también, mi otro hermano se vino abajo. Digamos que todos nosotros nos venimos abajo desde su partida un buen tiempo. Dejé un poco de fútbol por lo mismo que me sentía yo muy muy apagado pues en ese en ese aspecto cuando falleció”, acepta.
Jokza se entristece cuando lo recuerda, pero el espíritu de su hermano lo acompaña cuando entra al terreno de juego.
“Trato de ser como él, de arrancarle una sonrisa a todos mis compañeros”, señala a modo de homenaje para Jared.
El futbol le ha ayudado a mantenerse a flote, a tener una pasión por la cual pelear y alejarse de los malos pasos mediante el deporte.
“En Costa Grande, sí hubo hubo un tiempo donde se puso mala la violencia. Afectó a mi municipio. Gracias a Dios ya se está calmando la situación y esperemos que ya no siga pasando esa misma cosa”, evalúa.
“Mi sueño es siempre llegar a otra división más, seguir echándole ganas y seguir trabajando más que nada, porque un sueño siempre se tiene que cumplir. Quiero seguir trabajando y llegar a Primera División si Dios lo permite y seguir trabajando duro” concluye Jokza.
Quieren cambiar la imagen de indisciplina de los guerrerenses
El talento deportivo en Guerrero existe y quieren que lo volteen a ver. No está escondido, ni se trata de ejecutar una visoría minuciosa, sino que está ahí, a les espera de ser detectado y potenciado en los campos de futbol, los gimnasios y las pistas de atletismo.
En el caso del balompié, esa entidad tiene en las Águilas UAGro un cúmulo de jóvenes que están dispuestos a dejar a un lado el estereotipo de personas indisciplinadas, para convertirse en profesionales, con todo lo que eso implica. Los encargados del proyecto presumen el trabajo para lograrlo.
“Todavía nos falta seguir trabajando para que más gente, más clubes volteen a ver el talento guerrerense, porque, para mí, es extraordinario. Es grandísimo. Esto lo he escuchado de grandes ‘profes’. Yo salí del Club Pachuca y me lo han dicho de manera muy personal que acá hay un talento bárbaro. Sin embargo, tenemos que trabajar mucho el tema disciplina”, señala Martín Pureco, técnico de la escuadra de Chilpancingo.
“Hay que hacerlos conscientes (a los jugadores) de que no solamente basta con el talento, sino también hay que trabajarlo, hay que cultivarlo, hay que explotarlo y hay que saber mantenernos. Entonces, es a lo que se está trabajando y es que más adelante clubes de de todos los de todas las regiones del país volteen volteen a ver al jugador guerrerense porque hay capacidad, hay talento, hay actitud, hay mentalidad”, añade el estratega.
Pureco busca que, en el futuro, Guerrero sea una potencia deportiva tal como Jalisco, Nuevo León o Sinaloa.