El nombre de Marcelo Gallardo suele sonar de manera cíclica en el futbol mexicano. América, Chivas y ahora Tigres han supuesto un destino para el estratega argentino, quien disfruta de un año sabático tras su exitoso paso por River Plate.

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No hay indicios de que el “Muñeco” esté dispuesto a ponerle un fin anticipado a su descanso, ni siquiera las ofertas que le han llegado desde Europa han movido a uno de los técnicos con mayor mercado de la actualidad.

Dueño de una calidad extraordinaria en su etapa como jugador, Gallardo corresponde a esa clase de entrenadores que lograron trasladar su mística a los banquillos. En la hoja de vida del estratega tan sólo figuran dos equipos: Nacional y River Plate. Con el primero dirigió apenas 39 partidos, con el segundo 424.

La distancia abismal en las cifras de alguna manera reflejan un poco de su personalidad. El argentino se estrenó como técnico en el futbol uruguayo y a pesar de que los resultados lo acompañaron, al sumar 23 victorias, 7 empates y 9 nueve derrotas, tomó la decisión de renunciar a su cargo por motivos personales.

“Indudablemente, acá pesa más una decisión familiar. Tomé la decisión de poder reencontrarme con los míos después de dos años de distanciamiento. Mi familia es lo más importante, es lo principal, es el motor (para) que yo pueda encarar una carrera como la que hoy llevo”, dijo el argentino en su conferencia de prensa de despedida.

La falta de continuidad del “Muñeco” correspondía más a un tema afectivo que de talento. Poco tiempo más tarde, llegó la oferta de River Plate, equipo en el que se formó como futbolista y se hizo ídolo.

Arropado por los suyos, Marcelo Gallardo llegó para apaciguar el huracán millonario. Con la sombra del descenso aún demasiado reciente, tomó las riendas del equipo a mediados del 2014. Aunque por entonces nadie lo sabía, sería el inicio de una de las épocas más exitosas de River.

De estilo ordenado y pausado, Marcelo logró acaso lo más complicado en los tiempos que corren, establecer una idea por encima de los jugadores, algo importante en un futbol como el argentino, siempre propenso al recambio generacional obligado por la temprana venta de sus talentos.

“Me gusta y admiro su consistencia en el tiempo. Uno puede ganar un día, dos, pero estar en una liga como la Libertadores que es tan complicada, estar tanto tiempo ahí… Le venden jugadores y sigue estando ahí. Se recicla y sigue”, señaló en su momento Pep Guardiola.

El River del “Muñeco” se convirtió en un equipo constante, siempre a tiro de ganar las cosas importantes. En 424 partidos, la cuenta impone 228 victorias, 111 empates y 86 derrotas. La inercia lo llevó a ganar 14 títulos, entre los que destacan 2 Copas Libertadores, la primera ante Tigres, en el 2015, y la segunda nada menos que ante Boca Juniors, el odiado rival, en esa serie que tuvo que definirse en el Santiago Bernabéu, tras los desmanes en Argentina.

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Gallardo también ganó una Liga Profesional y tres Copas, entre otros campeonatos. A punta de trofeos, se convirtió en el entrenador más ganador en la historia del equipo millonario. Su nombre ha sonado para múltiples equipos, pero el “Muñeco” lo toma con calma, ya llegará el indicado.

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