Pablo Hernán Gómez se ganó el mote de ídolo muy temprano en su carrera. Con apenas 23 años ya había sido pieza fundamental para que Pachuca se salvara del decenso, también fue vital para el título que le ganaron a Cruz Azul en 1999.

El futbolista argentino nació en Mendoza el 20 de diciembre de 1977 y desde muy joven se notaban sus cualidades para jugar al futbol. Con 16 años debutó en el Huracán y ahí permaneció un año.

“Pablo vivió y murió intensamente, su carrera futbolística fue rapidísima, seis meses en cada club”, declaró Gladys Manzarella, madre del futbolista, a la revista Proceso.

No fue mentira, luego de su paso por el ‘Globo’ partió a Unión de Santa Fe y de inmediato dio el salto a Godoy Cruz y Argentinos Juniors. En apenas dos años de carrera ya había tenido cuatro clubes en Argentina y para 1998 llegó a México con el Atlético Morelia y posteriormente Veracruz; Pachuca fue el equipo donde más se quedó, estuvo de 1999 a 2001, cuando su vida se extinguió de forma trágica.

El 28 de enero del 2001, Pablito, como era conocido por todos sus compañeros jugó su último partido. El recuerdo es claro para muchos. Pablo Hernán se levantó tras recibir una barrida de un defensor de Irapuato, con la pierna derecha mandó centro y Pedro Pineda conectó un testarazo que se fue directo a la red. Los Tuzos ganarían ese duelo por marcador 2-0.

El partido llegó a su final y Pablo Hernán Gómez se acercó a Javier Aguirre para ausentarse el día siguiente del entrenamiento para poder visitar al hermano de su esposa que vivía en San Luis Potosí. Aunque el ‘Vasco’ no accedió en primera instancia, terminó por darle oportunidad al argentino.

El trágico accidente de Pablo Hernán Gómez

La familia de Pablo Hernán Gómez viajó rumbo a San Luis en un Lincoln Town Car. Durante su paso por la carretera Portezuelo-Huichapan, a la altura de la curva La Manga, el futbolista perdió el control del vehículo y se volcó. Él y su esposa fallecieron de forma instantánea, sus hijos sobrevivieron sin lesiones de verdadera gravedad.

De acuerdo con las versiones, el argentino conducía a unos 170 kilómetros por hora, dicho exceso de velocidad habría provocado que el coche perdiera tracción y saliera del camino.

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“Pablito murió como vivió: a toda velocidad. Fue el jugador con el que más hablé en esos dos años. El luto va por dentro y seguirá toda la vida. Ese ‘cabrón’ nos robó el corazón. Le quería como a un hijo”, declaró Javier Aguirre sobre el deceso.

Pachuca reconoció al ídolo al retirar la camisa 20, nadie más volvió a usarla en el estadio Hidalgo. Tal vez esté reservada para Pablo Leandro Gómez, hijo del Mendocino, si algún día llega a vestir con la casaca albiazul.