BRIAN SALES | ENVIADO

FOTO: JOSÉ AURELIO | EL OCCIDENTAL

Tras el silbatazo final que proclamó al Atlas campeón del futbol mexicano, la gente se trasladó inmediatamente a la Glorieta de Los Niños Héroes, recinto en el que el pueblo atlista acostumbraba a festejar los triunfos históricos, pero ahora festejaron el título del Apertura 2021 y el final de la sequía de 70 años sin título que lograron romper gracias al gol de Julio Furch en el último penalti de la tanda. Cientos de aficionado festejaron durante horas y horas el ansiado campeonato bajo la custodia de la madrugada.

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Con cánticos, cervezas en mano, banderas y algunas caras pintadas es cómo lograron sacar la euforia que tenían de tantos años sin poder presumir un campeonato. Soportaron burlas, memes y tener que ver al rival de enfrente festejar título tras título. Sin embargo, en la Glorieta de Los Niños Héroes, importaron todos, menos los que no los querían ver en lo más alto del balompié nacional.

El gobierno de la entidad colocó una pantalla y cientos de aficionados lograron ver ahí el partido histórico que acabó con 70 años sin el título de la Primera División. Poco a poco fueron llegando los aficionados rojinegros que no alcanzaron un boleto para presenciar el cotejo en el coloso de la Calzada Independencia. Más tarde fue que llegaron sin voz los que accedieron al estadio Jalisco y que salieron en carros, motos, bicicletas y hasta caminando a la cita acordada para convivir y festejar con los suyos.

Los principales cánticos que se escucharon en las inmediaciones de la Glorieta fueron las tradiciones como “arriba el Atlas, cabrones”, acompañando del “que de la mano de Diego Cocca, todos la vuelta vamos a dar”. También pasaron por canciones nostálgicas como la de “te amo, te amo”. Fue un concierto donde sólo brillaron los colores rojo y negro.

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La hora no importó. El partido provocó que se extendiera la noche por los tiempos extra y por la tanda de penaltis. Aún así, poco le importó a los atlistas los compromisos del día siguiente, ya que muchos esperaron toda su vida para poder celebrar un título de la institución. La policía no tuvo mayor remedio que cercar las calles aledañas al monumento para poder garantizar la seguridad de los asistentes. Permitieron también que ingirieran bebidas alcohólicas en la vía pública y fueron pocos los acontecimientos que se tuvieron que lamentar ya que todos estaban festejando y con la intención de dejar un recuerdo imborrable en sus mentes del título del Atlas.

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