Itzel Ubiarco
14, octubre 2014 - 8:57
CUANDO Fabiana Murer quedó fuera de la ronda final del salto con pértiga de Londres 2012, el Comité Organizador de los siguientes Olímpicos tenía sólidas razones para lamentarse: no sólo se esfumaba una de las cartas de medalla más fuertes de Brasil para aquel evento, sino que también se diluía (o parecía diluirse) una de las figuras más emblemáticas y poderosas del país sede de los venideros Juegos.
El camino de esta atleta paulista hasta la cima mundial había sido largo y difícil. No la irrupción inmediata al estrellato como su contemporánea y colega Yelena Isinbayeva, no la consagración precoz de tantos héroes más de pista y campo que ya dominan su prueba en plena adolescencia.
Murer se convirtió en una de las consentidas de Brasil durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007. Beijing 2008 tenía que ser su primer podio olímpico, pero increíblemente y en una de las mayores vergüenzas para el Comité Organizador chino, su pértiga se extravió, generándole minutos de gran tensión y distracción, lo que influyó en su fracaso.
Tres años más tarde, en los Mundiales de Daegu, Corea del Sur, Fabiana consiguió la medalla de oro, convirtiéndose en automático en la principal aspirante para Londres 2012 (precisamente en el día que Isinbayeva evidenció su declive). Sin embargo, su desempeño en la capital británica fue malo e hizo temer que esta historia deportiva no tenía muchos más capítulos relevantes por escribirse.
A menos de dos años de Río de Janeiro 2016, la veterana pertiguista vuelve a ser la número uno del planeta. Las tres mejores marcas de este 2014 han sido suyas, lo que lleva a su esposo y entrenador a planificar desde ahora el asalto al podio más importante de su vida: el de los Olímpicos que serán en su casa.
Son todavía demasiados meses, pero ya podemos calcular lo que se viviría en el estadio Joao Havelange (popularmente conocido como Engenhao) si Fabiana Murer llega a disputar ahí la medalla de oro de los Olímpicos 2016.
Sería el ciclo perfecto. Justo ahí, en la casa del Botafogo, la carismática paulista saltó a la fama en los Panamericanos 2007. Justo ahí, persigue lo único que falta a su trayectoria. Finalmente, el Comité Organizador de Río 2016 parece haberse precipitado cuando en pleno Londres 2012 pensó que ya no contaba con esta heroína para los Juegos en la urbe carioca.
Twitter/albertolati
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