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29, agosto 2015 - 22:25

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POR OMAR PÉREZ DÍAZ
ENVIADO ESPECIAL

PACHUCA.- De todos los males que los persiguen, el menor les ha pegado al Pachuca y al Atlas, en el estadio Hidalgo. Tuzos y Zorros empataron este sábado, en un juego medio flojo, más que nada porque son dos equipos que atraviesan horas bajas.
De espectáculo ni hablamos, porque ninguno anda para tirar flores.
Basta con el gol de Felipe Baloy para los visitantes y la respuesta de Aquivaldo Mosquera para la igualada.
Dos centrales sacando las papas del fuego, así andan las cosas para estos compañeros del mundo dolor, que igual suman 7 puntos.
El villano de la velada fue Walter Kannemann, quien se hizo expulsar antes de la media hora, empinando a los rojinegros de fea manera; los buenos oficios de su banca lo libraron.
Ya tendrán dos semanas para tratar de arreglar lo que funciona en su maquinaria para no renunciar a sus aspiraciones en la Liga MX.

TEMPLE ATLISTA
Se esperaba un juego de marco a marco, hay que reconocerlo, sin embargo, ni Tuzos ni Zorros están para semejante juegazo.
Su nivel les dio para ser intensos e imprecisos; Pachuca trató de hilar con más insistencia, pero adelante no tuvo referencia.
Lozano, un velocista puro, poco se halló en el área entre dos robles como Baloy y Kannemann, quienes lo chocaron para coartar sus intentos.
Dependieron los hidalguenses de Botta, pero salió con la mirilla desviada y su par de intentos salió lejos de la portería visitante.
Fue lo poco que se registró de buen juego en el primer tiempo.
Atlas, consciente de sus limitantes, fue más cauto, especialmente en la defensa, donde no regaló. Después, para generar juego, no hay mucho más que pases largos, casi siempre sin sentido.
El mérito de los tapatíos fue su temple. No se espantaron cuando Kannemann tontamente se hizo amonestar dos veces para ser expulsado al minuto 29. Otros cuadros se “apanican” cuando son menos, pero ahora no sucedió.
Los rojinegros simplemente bajaron a un volante para organizarse mejor, enviando a Arizala por una banda. Y fue justo Franco quien fabricó una falta y dos tiros de esquina; en el segundo, Felipe Baloy se despegó de su gendarme y conectó fulminante cabezazo para el 0-1.
Cuando los Tuzos se dieron cuenta, ya estaban en el medio tiempo.

EMPATE AGÓNICO
Pachuca estaba obligado a tirarse a matar en el complemento; la superioridad numérica y su urgencia por sumar así lo condicionaban.
Atlas tomó el camino de los riñones, la lucha y el esfuerzo que plantó en sus terrenos, dispuesto a soportar el vendaval, son ajustes precisos de Matosas.
Aquello se volvió un monólogo Tuzos, desafinado y todo pero todo recital azul y blanco, tirando pelotazos al área de mil formas; igual bombardeó desde las esquinas.
Todos con poco éxito porque la defensa y el arquero tapatío se pusieron a trabajar a destajo para contener a un rival sin muchas ideas.
Hubo gol local de Gutiérrez pero se anuló, aparentemente mal, por el asistente Valenciano.
Con el agua al cuello y cambios que no le funcionaron, Alonso mandó a Mosquera como centro delantero. Ya a la desesperada, pidiendo al cielo casi un milagro.
Fue un centro de Lozano y, en efecto, un providencial cabezazo de Mosquera el que evitó la vergüenza total de los hidalguenses ante 10 zorros.
Un magro empate para Pachuca pero jugoso para el Atlas de Matosas, que casi todo el trayecto tuvo uno menos.