Una total locura fue la que se vivió en el estadio Ciudad de los Deportes, digna de un Clásico Joven que cada vez emociona más en el futbol mexicano. Cuando parecía que Cruz Azul iba directo a una final más en su historia y que como líder podría eliminar a su más grande pesadilla en Liguillas, precisamente enfrentar a América en semifinales fue su peor casualidad en este Apertura 2024 que lo ha dejado sin décima estrella. Las Águilas volaron alto y ante Monterrey buscarán lo que nadie ha logrado en torneos cortos: el tricampeonato. 3-4, final y global.

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El juego arrancó con la intención celeste de tomar la ventaja lo más pronto posible. Al menos los sistemas que mandaron ambos técnicos en la Colonia Nochebuena así lo pronósticaron. Con un América, una vez más con una estrategia conservadora, mientras que los cementeros tomaron la iniciativa en automático en cuanto comenzó todo.

En un juego que parecía América renunciaba al ataque fue el que abrió el marcador en una jugada vertical que los zagueros azules no esperaban. Richard Sánchez mandó un pase preciso al centro que fue rematado por uno de los hombres más habilidosos de los de Coapa. Alejandro Zendejas recibió y cruzó casi de inmediato al portero Kevin Mier. El colombiano se lanzó como pudo, pero le fue imposible detener el disparo del volante mexicoamericano de las Águilas. ¡Golazo!

El ánimo celeste decayó por completo en ese momento. Tanto en el terreno como en la tribuna. El gol americanista antes de los 20 minutos no era algo que estuviera en el guion del equipo local y tuvo que remar a contracorriente ante esa situación inesperada América tomó el control del partido por algunos lapsos del juego, pero el partido se trabó en el mediocampo, con ritmo tranquilo, sobre todo en las Águilas que de un momento a otro pasó a tener el boleto a la siguiente fase del certamen mexicano.

El juego se cargó por completo al lado derecho de los cruzazulinos, por ese costado intentó crear peligro con Ignacio Rivero y Lorenzo Faravelli como protagonistas, sin embargo, ambos jugadores nunca pudieron encontrar a Giorgos Giakoumakis. El atacante griego luchó, buscó, se botó fuera del área, pero el empate no pudo caer del lado celeste ni por error.

El complemento comenzó conforme a lo esperado. El equipo de casa atacó con la obligación cementera de empatar el marcador global, pero todo le salió al revés. Las Águilas volaron y tomaron una nueva ventaja. Zendejas recuperó el esférico en una confusión entre Piovi y Rotondi, cedió a Richard Sánchez rápidamente, y con el conocimiento de que Kevin Mier siempre se adelanta, mandó un disparo lejano, un poco adelante de mediacancha, que se metió en la red del colombiano sin que pudiera hacer algo al respecto. Segundo gol azulcrema y posible clavo que mató la esperanza celeste.

Cruz Azul tardó, pero despertó de su miedo a marcar gol. Un centro que parecía de trámite no pudo ser cortado por la zaga americanista y el capitán Nacho Rivero venció a Malagón.

Fueron minutos de locura. El equipo amarillo volvió a marcar a balón parado con un remate de cabeza de Ramón Juárez. Sin embargo, el Toro Fernández embistió casi al final y descontó de nuevo, todo en menos de 10 minutos. Nada acabó y la polémica apareció. Una aparente falta de Rotondi sobre Chiquito Sánchez fue marcada como penalti, el árbitro nunca lo dudó, no revisó el VAR y el Búfalo Aguirre la clavó en tiempo de reposición.

En un choque clásico de alarido, América logró el pase a su tercera final consecutiva ante un Cruz Azul que dejó el alma, pero que una vez mas no le alcanzó ante las Águila.

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