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19, junio 2024 - 6:00

┃ Álvaro Zaldaña

Nacho Ambriz jugó el mundial de 1994 foto_ Mexsport

Ignacio Ambriz, capitán de la Selección Mexicana durante el Mundial de Estados Unidos 1994, señala que aquel conjunto nacional es recordado en la actualidad por los aficionados gracias a su carácter, liderazgo y calidad, pese a no poder transcender y ser la primera representación en quedarse en los octavos de final fuera de casa.

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¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LA SELCIÓN MEXICANA DE 1994 CON LAS DEMÁS GENERACIONES?

“La diferencia con las Selecciones siguientes fue que nosotros logramos una gran comunión con la gente, nos querían, nos respetaban mucho. No podemos decir que fue la mejor de la historia porque siempre nos quedamos en la misma instancia. Me siento tranquilo y orgulloso de pertenecer a un equipo que siempre dio lo mejor. Fuimos un parteaguas”, dice con ESTO.

Nacho resalta que, si algo le sobraba a aquel combinado azteca, era una personalidad fuerte de sus integrantes y que, inclusive pudo tocar la agresividad.
“Hugo Sánchez, Benjamín Galindo, Alberto García Aspe, Jorge Campos, Claudio Suárez, Joaquín Del Olmo, Zague, Carlos Hermosillo, todos tenían un liderazgo importante. Siempre éramos muy unidos, el respaldo lo tenías en la banca, había ese buen convivió entre nosotros. Miguel (Mejía Barón) nos pidió que fuéramos una familia. Es cierto que a lo mejor fuera de la cancha no éramos tan cercanos, pero teníamos muy claro que buscábamos el mismo fin. Todos exigían”, recuerda.

Foto. Mexsport

La Selección llegó a suelo estadounidense después de una complicada eliminatoria de la Concacaf que poco a poco unió al grupo. El Tricolor fue colocado en el Grupo E, uno de los más complicados del certamen junto con Noruega, Irlanda e Italia y que, para muchos, fue catalogado como “el grupo de la muerte”.

¿CUÁL ES LA EXPERIENCIA DE JUGAR UN MUNDIAL?

Para Ambriz, ese fue el momento donde entendió que había logrado el sueño que todos los futbolistas quieren, pero que pocos pueden: jugar un Mundial.
“Cuando estás en el cuarto del hotel, en esa soledad, te das cuenta dónde te encuentras. Tienes el sueño de pertenecer a una selección, de jugar una Copa del Mundo y lo ves hecho realidad. Somos 600 jugadores en Primera División y estás entre los 23 convocados, después entre los 11 titulares y eres el capitán. Son tantas emociones que nunca las sabes explicar”.

No importa a qué integrante de aquella Selección se le pregunte, siempre responden que el grupo estaba unido. Para ejemplificarlo, Ambriz rememora una anécdota con Juan de Dios Ramírez Perales y Jorge Campos.

Foto. Mexsport

Perales y Nacho eran compañeros de cuarto y su vecino era el “Brody”, quien dormía solo. “Todos los días no iba a tocar y quería quedarse con nosotros, pero le decíamos ‘sáquese’ y él nos contestaba que un día iba a tener muchos amigos”.

Al ser patrocinado por Nike, el guardameta tuvo regalos directos en su habitación y varias personas lo visitaron. Fue entonces cuando tocó a la puerta de Perales y Ambriz y les presumió “miren todos los amigos que tengo”, a lo que sus compañeros respondieron “sí, muy bien, pero al cuarto no entras. Todo el día pidió que lo dejáramos pasar, que no fuéramos malos hasta que lo permitimos y se durmió con nosotros”, cuenta Nacho entre risas y también afirma que “dormirse en el camión rumbo al entrenamiento con Campos era lo peor que te podía pasar. Te hacía todas las maldades que te puedes imaginar. Con él giraba mucha alegría”.

Por buena que fuera la convivencia, el Tricolor recibió un duro golpe cuando perdieron en su primer partido contra Noruega por 1-0. Sin embargo, la decepción les sirvió para ir de menos a más, ya que después vencieron a Irlanda 2-1 y empataron 1-1 con Italia que a la postre sería subcampeona del mundo.

“Fue muy padre el partido que hicimos contra Italia. Ahora como entrenador lo dimensionas. Le jugamos al tú por tú muchos momentos, contrarrestamos los elementos tácticos, los preocupamos. Hasta la fecha, cuando lo vuelvo a ver me enriquece en muchos aspectos”, explica.
México terminó como líder de grupo por diferencia de goles, un hito que solamente se repitió en los Mundial de Corea-Japón 2002. Su recompensa fue enfrentar a la mejor Bulgaria de la historia, con el emblemático Hristo Stoichkov como estandarte.

Foto. Mexsport

De hecho, fue el entonces jugador del Barcelona y ganador del Balón de Oro, quien abrió el marcador en el Giants Stadium tras un contragolpe a los seis minutos. Aunque México logró empatar con un penal de Alberto García Aspe momentos después.

El Tricolor parecía ver la luz con la expulsión al 50’ de Emil Kremenliev. Ese momento, según Ambriz, tuvo que ser clave, pero no lo supieron aprovechar. La decisión de no volcarse al ataque es algo de lo que de cierta manera se arrepiente.

“Se habla de que Miguel no hizo cambios, pero siempre he dicho que al final el que decide es el jugador. Cuando ellos se quedan con un hombre menos, yo creo que ahí teníamos que decidir a ir por ellos, a jugártela. Ya no es lo que me mande el entrenador, nosotros estamos dentro de la cancha. Por momento lo logramos, pero también entró la duda de si nos llegaba otro pelotazo”, dijo al Diario de los Deportistas.

El partido se fue a tiempo extra y después a tanda de penaltis, donde García Aspe, Marcelino Bernal y Jorge Rodríguez fallaron, mientras que Claudio Suárez fue el único que acertó. Como resultado, México quedó eliminado por 1-3.

“Ver errar a gente tan importante en penales fue duro. Recuerdo que fui con Beto y lo abracé. Son tragos amargos que tienes que aceptar y quedar desilusionado. Son de las cosas que suelen pasar y ni modo, a casa. Era un buen grupo, estábamos bien dirigidos”, cierra Ambriz.

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