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25, febrero 2024 - 6:00

┃ Karen Morán / ENVIADA

Otis dejó una huella que ni el AMT ha podido borrar del todo Foto_Oswaldo Figueroa

Al paso del Boulevard de las Naciones, en la zona Diamante de Acapulco, se asoma todavía entre algunos escombros la Arena GNP. Imponente, tal y como lucía hace dos años en su inauguración, con su brillante estructura de acero que sostiene el concreto que aloja a más de 10 mil aficionados cada que dos tenistas salen a la cancha de tenis.

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En su interior, parecería que el complejo del Abierto Mexicano de Tenis esquivó el paso de Otis que prácticamente arrasó con Acapulco, pero no es así. Días enteros con decenas de trabajadores a marchas forzadas restauraron el inmueble para que a solo un día del arranque del torneo, luciera impecable, así, como si nada hubiera pasado.

Pero basta echar un vistazo a los alrededores para percibir que la realidad aún es otra, pues si bien “Acapulco se levanta”, los estragos de Otis se pueden sentir en cada uno de los rincones de la ciudad.

A la esquina de la Arena GNP, hace algunos meses, una gasolinera y un Burguer King eran la referencia para encontrar los accesos. Hoy ninguno de los dos existe. El campo de golf que adornaba con su césped intacto y sus monumentales árboles, ahora se mira entre restos de troncos que apenas fueron removidos hacia las orillas para abrir paso a los pocos golfistas que pasan la tarde en el lugar.

Las antiguas referencias hoy no existen más / Foto: Oswaldo Figueroa

LA ABRUMADORA DIFERENCIA ENTRE EL ABIERTO MEXICANO Y EL DÍA A DÍA

Si se continúa por el Boulevard de las Naciones ya se pueden ver algunos negocios retomando actividad. Restaurantes, centros comerciales y algunas farmacias ya tienen clientes que buscan satisfacer sus necesidades, y aunque se comienza a sentir vida en el lugar, las palmeras inclinadas con las hojas caídas y los edificios en ruinas, recuerdan el violento viento que azotó en octubre.

La Arena GNP contrasta brutalmente con la vida diaria / Foto: Oswaldo Figueroa

El cálido clima que corre por Acapulco mientras cae el sol, acompaña a los habitantes que poco a poco retoman sus actividades cotidianas y que, como lo han hecho toda su vida, se trasladan de sus hogares a la zona diamante para laborar. Allá en su casa, “donde la gente vive”, la realidad todavía es más desoladora.

Cada rincón de Acapulco aún guarda algo de aquella fatídica noche / Foto: Oswaldo Figueroa

“Aquí ya está más movido”, cuenta un habitante a ESTO que sin saber que se llevará a cabo el Abierto Mexicano de Tenis agradece la iniciativa, pues al final, como más del 90% de los habitantes de Acapulco vive del turismo.

LOS ACAPULQUEÑOS BUSCAN RETOMAR SU VIDA

Las zonas populares poco a poco también comienzan a tener vida, los servicios básicos regresaron en su mayoría, cuenta Esteban, quien vive en el fraccionamiento Costa Dorada y que afortunadamente no perdió su casa, pero sí ha vivido a través de sus conocidos la desgracia de no tener un techo donde dormir.

Acapulco camina paso a paso hacia la recuperación, la incertidumbre se palpa desde la entrada a la ciudad donde lejos de recibirte los tradicionales puestos de cocos y dulces típicos se miran las palmeras derrotadas.

Sus caminos se acompañan de los cientos de elementos de la Guardia Nacional que resguardan la costa y que además viajan con camiones llenos de electrodomésticos en busca de ayudar un poco a los que perdieron todo.

BUSCAN VOLVER A LA VIDA NORMAL

La Costera Miguel Alemán replica lo que se vive en zona Dimante: negocios que buscan retomar la vida, adornados de edificios que pareciera apenas se pueden sostener.

Si bien los servicios regresaron y poco a poco la ciudad se recupera, en las zonas donde más impactó Otis aún hay decenas de personas en busca de un poco de comida o agua. En diversos puntos se pueden observar tinacos enormes en los que se ofrece “agua potable gratis” y a lado de ellos, también la economía se reactiva en forma de vendedores ambulantes que ofrecen desde dulces, hasta juguetes para pasar un rato en la playa.

El apoyo nunca deja de ser suficiente / Foto: Oswaldo Figueroa

Las playas, que con su arena dorada resguardan la ciudad, descansan tranquilas como si nada hubiera pasado. En ellas también la gente comienza a recuperar lo que perdió. Desde las tradicionales pescadillas, hasta las emblemáticas trenzas para el cabello, los comerciantes salieron de nuevo “a chingarle porque no hay de otra para salir de esto”, dijo uno de ellos.

EL ABIERTO MEXICANO DE TENIS LEVANTÓ ACAPULCO

Al caer la noche también aparece el otro Acapulco, el de las fiestas, los antros y la diversión. Aún entre escombros e incluso con mesas improvisadas, los turistas y los locales se divierten tal y como ha sucedido siempre, con una cerveza en mano, con el baile que acompaña, con la plena convicción de que lo peor va pasando.

La Quebrada, Papagayo, el Puerto Márquez, Caleta y Caletilla, cada uno de los rincones de Acapulco vuelve a respirar, con su gente, que no baja la cara, pues si la han pasado mal saben que “no podría ya ser peor”.

Así, con el ímpetu de toda una ciudad que se levanta, arrancó el Abierto Mexicano de Tenis, con mucho por reparar aún, pero con la plena certeza de que Acapulco se levanta porque se levanta.

“Siempre contigo”, con su gente, con sus playas y con su ciudad que desde que existe memoria, es uno de los destinos más bonitos del mundo.

El completo del AMT muestra una cara totalmente distinta / Foto: Oswaldo Figueroa

Así lo respaldan Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas, Grigor Dimitrov y todos los tenistas que sin dudarlo, hicieron el viaje a la ciudad que sin planearlo, se ha convertido en uno de sus destinos favoritos para jugar al tenis, pero también, para pasar un buen rato en sus playas.

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