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9, diciembre 2023 - 21:59

┃ Héctor Alfonso Morales

André Jardine devolvió la felicidad al americanismo. FOTO: Mexsport

Hace algunos meses, André Jardine recogió a un club herido de desilusión. Fernando Ortiz se escabulló por la puerta de atrás del Nido, tras la dolorosa eliminación del certamen pasado en el Clásico Nacional y el americanismo estaba en el suelo, triste, con la gloria lejos de casa. ¿Hay algo más doloroso que perder la esperanza?

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El América comenzó a sentir que la 14 era inalcanzable. Grandes gestas en los torneos regulares con Santiago Solari y el Tano que se quedaron en la nada. Campañas triunfales que terminaban en corazones azulcremas rotos con caídas en semifinales. Las grandes temporadas, los torneos aplastantes terminaron en lágrimas de los suyos y burlas hirientes de los ajenos de 2018 a la fecha.

“Zendejas observando la alcantarilla, por ahí se está yendo el América“, dijo el narrador Christian Martinoli en octubre del año pasado, cuando los amarillos quedaron fuera ante Toluca. La frase enmarca lo que ha sido la realidad azulcrema de los últimos torneos.

Jardine, en cambio, ha sido un curandero que recuperó el alma americanista e intenta desterrarlos comentarios burlones. Le devolvió su soberbia habitual y ese aire valentón que le hace sentirse como el más grande de México, pese a que el equipo sólo ha ganado el 12 por ciento de los torneos disputados en la Liga MX (el Real Madrid, por ejemplo, ha ganado el 38 por ciento de los campeonatos jugados en España).

Hoy, la fanaticada emplumada enseña el escudo de la camiseta, con maneras altivas, porque parece que “este año es el bueno”. Y sí, América está a un par de partidos de gritar campeón por decimocuarta vez en el máximo circuito futbolero. Espera a Tigres o a Pumas y el cierre será en el cada vez menos estético Estadio Azteca que será remodelado para el Mundial 2026.

André Jardine ha sido el guía para instalar a las Águilas a la final, instancia a la que no accedían desde el 2019, cuando cayeron ante Monterrey, precisamente, en el Coloso de Santa Úrsula.

Antes del torneo, el estratega brasileño había pedido paciencia para que la afición viera lo mejor del club de Coapa. Críticas fueron y vinieron, pero el técnico tuvo la razón. Fue cuestión de tiempo para ver a un cuadro poderoso, con goles al por mayor, triunfos aplastantes, profundidad en la plantilla, variantes tácticas y, como no podía faltar, generador de polémicas arbitrales en donde quiera que se presenta.

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Jardine tiene encandilado al americanismo con pasos sólidos hacia la nueva estrella liguera. Como nunca, en los años recientes, está a una serie de conseguir ese anhelado trofeo. Falta una semana para saber si el éxtasis se desata en Santa Úrsula, si regresa el famoso “Ódiame Más” tan alardeado por la fidelidad azulcrema y la vuelta olímpica es una realidad, o si el América vuelve a morir de desilusión por quedarse sin la estrella 14.

En caso de quedar subcampeón, las Águilas volverán a tirar un torneo a la alcantarilla y el gran torneo quedará enmarcado con la palabra fracaso. Título o desgracia. Dos partidos para saberlo.