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17, noviembre 2023 - 20:13

┃ Rubén Beristáin / ENVIADO

La afición se mostró unida / Foto: Oswaldo Figueroa | ENVIADO

Tegucigalpa, Honduras.- Pasaron un total de tres décadas de aquella masacre que empañó la rivalidad entre hondureños y mexicanos en el futbol, pero eso ha quedado completamente en el pasado. Aunque la competencia entre ambas naciones persiste en la zona de Concacaf, el ambiente hostil que se vivió en tiempos pasados ya no es el mismo que se siente en la actualidad. Al menos eso fue lo que se reflejó en la capital de Honduras por la noche de este viernes, en el duro choque por los cuartos de final de ida de los cuartos de final de la Nations League.

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El estadio Nacional de Tegucigalpa, ahora llamado Chelato Ucles, abrió sus puertas después de 30 años para el mismo partido, pero las sensaciones fueron muy distintas. Desde la llegada a las inmediaciones del inmueble, que fueron cerradas aproximadamente cinco horas antes del juego, hasta lo que se vivió en los alrededores de uno de los recintos más importantes de Centroamérica con un ambiente cordial para el mexicano que se atrevió a portar la camiseta y caminar entre un mar de aficionados pintados de blanco y azul, y con la H en todo su esplendor. Fueron muy pocos los seguidores nacionales que estuvieron en Tegucigalpa, pero los que pudieron observarse se sintieron seguros en el recinto.

La hostilidad ya es cosa del pasado, nadie me ha bulleado, es una fiesta y me siento seguro”, dijo Arturo, un tricolor que vive en Honduras desde hace cuatro años y con su playera mexicana bien puesta. Lo mismo ocurrió con otro paisano, quien no temió en ningún momento y llevó consigo la camiseta verde. “Todos han sido amigables. Mis amigos hondureños me invitaron y no he sentido nada peligroso.”, explicó Eduardo a la lente del ESTO. En su recorrido vio a por lo menos 10 mexicanos más con su pasión tricolor, con mascaras y hasta la bandera mexicana colgada en la espalda.

POCOS PERO FIELES LOS MEXICANOS EN HONDURAS

Sin embargo, la pasión por nuestro país no quedó sólo en eso. Incluso oriundos de Tegucigalpa también llevaron su playera dividida en dos, de un lado catracho y del otro mexicano. En apoyo al director técnico Reinaldo Rueda, pero también por el Jimmy Lozano e Hirving Lozano. Y hasta un pequeño que llegó con la ilusión de ver de cerca al portero Guillermo Ochoa. El mexicano es su ídolo en el futbol, el cual no conoce fronteras ni rivalidades.

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Eso no fue todo. Aunque los colores tricolores se vieron muy poco, sí aparecieron en las inmediaciones entre la publicidad de un concierto del cantante Marco Antonio Solis. La bandera mexicana en los puestos de vendimia; el tequila que no faltó y hasta los taquitos. El sentimiento mexicano se respiró en Tegucigalpa, fue muy poco, pero no quedó olvidado y tampoco tuvo nada que lamentar.