En una temporada 2023 de la Fórmula 1 con mucha tensión, en la que ha sufrido episodios de racismo, xenofobia, “Checo” Pérez, del equipo Red Bull, sabía que era la oportunidad de oro de brillar ante su afición en el Gran Premio de la Ciudad de México para apaciguar todas esas críticas que incluso lo llevaron a ocupar a un especialista.

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El mexicano era consciente que solo un triunfo podía dejar en claro que es el piloto ideal de Red Bull. A pesar de que en este año ha quedado muy lejos de su coequipero Max Verstappen. Era todo o nada. El tapatío se la jugó, se arriesgó, pero el plan no le salió.

“Checo” largó desde la quinta posición en el Autódromo Hermanos Rodríguez y su única consigna era ganar o ganar. Por lo que de inmediato se lanzó por el primer lugar desde la arrancada sabedor de que los rebases en el trazado nacional serían muy limitados.
El tapatío con el empuje de más de 400 mil almas era el momento ideal para encumbrarse. Por lo que no dudó en dejar su pie en el acelerador y lanzarse sobre los dos Ferrari de Charles Leclerc y Carlos Saiz. Además de que tenía la tarea de deshacerse de Daniel Ricciardo, el australiano que lo amenaza por hacerse de ese lugar en Red Bull.
Sergio Pérez aceptó el desafío, tenía la corazonada de que todo saldría bien. Pero el choque contra Charles Leclerc, de Ferrari, le arruinó sus planes. Un podio ya no era suficiente para un público que quería más. En las pasadas dos ediciones el jalisciense quedó en tercer lugar, de ahí que el triunfo era su única meta. Será para el 2024, su último año de contrato con Red Bull.

Restará para el mexicano afrontar con mejor cabeza y menos corazón. Las últimas tres carreras de una campaña en la que el subcampeonato sin duda será un resultado excepcional.

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