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21, agosto 2023 - 6:10

┃ Miguel Ángel Mújica / ENVIADO

Álex Aguinaga fue leyenda del Necaxa / Foto: Luis Garduño

Siempre se rumoró que Álex Aguinaga saldría de Necaxa rumbo al América. En sus 14 años como futbolista rojiblanco, el ecuatoriano no tuvo idea si el equipo de Coapa quiso sus servicios, pero, en una visita a los Pinos con el presidente Ernesto Zedillo, dio el decreto que no podía irse de los Rayos.

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“En el caso de que América me quisiera, iba a ser muy fácil, como lo hicieron con muchos, con García Aspe, con Luis Hernández, Ratón Zárate, o de allá para acá, vino Cuauhtémoc, Villa, Del Olmo. No sé qué pasó, sé de una, después del título contra Chivas, que vamos a Los Pinos con el presidente Ernesto Zedillo, le dijo en ese momento a Alejandro Burillo, quien era el presidente de la comisión de futbol de Televisa, que manejaba a América, Atlante y Necaxa, ‘Güerito, puedes mover lo que quieras, pero Aguinaga no se va al América’.

Yo lo tomé a son de broma, pero era una orden presidencial, el poder que tienen, nunca me ha asombrado ni asustado, porque los he tratado en otro ambiente, pero fue una orden directa y no me moví, pero antes de eso me pude haber movido, pudo salir montón de veces, no sé si a la final”, dijo.

El interés de los azulcremas tal vez fue real, pero para Álex, si en verdad lo hubieran querido, él hubiera llegado a los amarillos. “En los 90’s no teníamos derechos, ni podías decir nada, si el directivo quería que fueras a algún lado, no te preguntaban, prácticamente te ponían. Qué tuvo de bueno Necaxa, siempre me preguntaron a mí, hubo ofertas de Europa, de Sudamérica para poder ir a jugar, siempre me preguntaban si me interesaba. Enrique Borja, un tipo muy derecho, siempre le dije que dependía mucho de ellos, si querían que me quedara, me quedaba, si ya no me querían, yo me iba, pero siempre me dijeron que me querían y por eso no me moví”.

Pese a que eran equipos del mismo dueño, jamás hubo ayuda de uno para el otro. “Hoy se habla de las franquicias del mismo dueño y que quieren quitar esa multipropiedad, en lo personal, económicamente tiene solvencia, Televisa mantenía a los equipos sin problema, un grupo, llámese Orlegi, Pachuca o Televisa, nunca, entre equipos, se dieron la mano, le quieres ganar, al contrario, Necaxa y América no era distinto, entiendo que América era el equipo del Patrón, don Emilio y Emilio chico eran del América, pero Emilio se portó siempre bien con nosotros, fue una época fantástica, ganamos todo, jugamos en Las Vegas, en Centroamérica en donde sea, representamos siempre de gran manera a México y siempre con el respaldo de la directiva”, dijo a ESTO.

El emblema del Necaxa siempre ha sido Álex Aguinaga. El ecuatoriano llegó desde muy joven y si bien no sabía si arribaría al América o a los Rayos, al final los rojiblancos apostaron por su calidad.

Después de 34 años de estar en México, Aguinaga vive el centenario del equipo que marcó su vida. Agradecido y con la conciencia de la situación que viven los hidrocálidos, Álex pidió celebrar las 100 primaveras por todos aquellos necaxistas que no pudieron vivirlo y que desde la otra vida, disfrutan de la pasión que significa para él el equipo que hoy reside en Aguascalientes. “Festejar, es lo que queda, festejarlo bien, no todo es malo, el momento no es bueno, estamos de acuerdo, hay momentos en los que las cosas no caminan bien, hay que comer un poquitito vidrio, porque después comeremos dulce y bien, a la gente sólo decirle que lo festeje”, dijo a ESTO la bandera del denominado equipo de la década en los años 90’s.

Siempre consideró a todos aquellos que han alentado a los aguascalentenses. “Ya son 100 años, a toda la gente que pasó como directivos, jugador, cuerpo técnico, como staff, como utileros, masajistas, gente que estuvo conectada con Necaxa, en las buenas y malas, solamente queda felicitarlos. Han pasado buenos amigos, algunos se nos adelantaron y no podrán ver a este Necaxa en el centenario, otros apenas se están haciendo necaxistas porque les gusta sufrir, gracias a todos de corazón por lo que me brindaron, por lo que me dieron y nos queda disfrutar, son 100 años, no es nada sencillo, no es nada fácil”.

La escuadra vive momentos complicados, Aguinaga lo sabe, pero respeta las decisiones de la actual directiva. “La actualidad de Necaxa, de unos años para atrás, fue un plan de negocio atractivo porque traías jugadores jóvenes de gran calidad, se consolidaban y los vendías.

Llegó un momento en que esa manera de manejar no alcanza, los jugadores ya no vienen con el deseo de jugar, ya vienen con la mente en dónde van a jugar después, en lugar de entregar el máximo y después salir, ese plan sirvió mucho, se vino a traste porque los jugadores se dieron cuenta, para qué me esfuerzo por Necaxa si me venden, no te arraigan, no los sientes, hoy el futbol es más monetizado que antes, el jugador sale de un lado a otro, falta un proyecto a largo plazo, serio, con un equipo base, que sostengas a tus figuras, que el técnico tenga tiempo de trabajo, que sepa que puede trabajar”, dijo.

Aclaró que el actual entrenador es su amigo y le deseó toda la suerte, pese a que no ve que tenga las suficientes armas para luchar. “Rafael Dudamel es mi amigo, lo quiero mucho, hemos compartido mucho, desde que jugábamos de rivales, compartimos en ocasiones, es un tipazo y es un buen técnico, pero no sé si tiene las herramientas para hacer a este equipo el de los 90’s; el del centenario, va más por la calle de la amargura, con más decepciones que alegrías, cosas extras que no vienen al caso decir, la verdad, los manejos no han sido buenos”.

El cariño no le pone una cinta en los ojos. Incluso, aclaró que, a corto plazo, no se ve de vuelta como rojiblanco. “Necaxa son dos terceras partes de mi vida, de 21 años de futbol, fueron 14 con Necaxa, claro que le tengo amor y cariño a Necaxa, cuando salí, mi idea, la única que tenía, era trabajar para Necaxa, desde la presidencia deportiva.

Cada quien maneja su idea como lo quiere hacer, estuve nueve meses en Necaxa, me puse a estudiar para director técnico, si me preguntas ser DT de Necaxa. Te diría que no lo sé, es más, ser DT en México no me atrae, lo fui en San Luis, en Correcaminos, en Ecuador. Pero no me atrae porque los proyectos son cortos, si el directivo amanece de malas, te tratan mal y te correr. No estoy para aguantar eso, es un negocio, pero no debes faltarle el respeto a nadie, eso no va conmigo. Dirigir Necaxa, la verdad no me veo, pero nunca diré que de esa agua no beberé”, sentenció.

Así como los Rayos confiaron en Álex Aguinaga en 1989, la salida del ídolo del Necaxa fue dolorosa para el ecuatoriano. Sin saber que un acto de nacionalismo le costaría su sitio, el ecuatoriano, todavía dolido, contó a ESTO la historia. “Cuando llego del Mundial, me tocó dirigir un partido en la eliminatoria con Ecuador, estaban Raúl Arias y Alejandro Bocardo. Después del partido que dirigí, bajó Raúl y Bocardo, Alejandro me dio un abrazo. Me dijo que estaba fenomenal y dijo ‘el próximo entrenador del Necaxa’, Raúl, un poco celoso. Me dice ‘no vayas a pensar que eres técnico eh’. En su manera de ser, porque es muy sarcástico, tenía esos mensajes y yo le dije ‘no tengo ganas, me gusta más la dirigencia’, pasó.

Vengo a entrenar y empiezo a ver algo raro, estoy hablando de 2002, terminando el Mundial. Raúl no me ponía como titular, me ponía de suplente y entraba de cambio 10 minutos. Los primeros seis meses me pregunté qué pasó, los segundos seis ya jugaba menos. Yo tenía un año más de contrato”, recordó y continuó “esos últimos seis meses era insoportable. Además, estábamos en el cambio rumbo a Aguascalientes. Fui a Aguascalientes con mi esposa a ver casa, pero yo seguía de suplente y jugando 10 o 15 minutos. Dentro de lo que se movían, en las vallas se vendía con mi imagen. La de Luis Pérez, la de Zague y yo no jugaba”, recordó.

El tema con el entrenador se puso más complicado. “Raúl Arias me dijo que ya me hiciera dirigente y yo la verdad me sentía bien, estaba joven, 36 años. No era ningún viejo, me sentía con vitalidad. Pero para él ya era un viejo, no me gustó el trato del año, estaba muy enojado y decidí salir del equipo. No podía ir a Aguascalientes como iba a ir, siendo un jugador de segunda mesa, segundo pelo. No me sentía cómodo, después de todo lo que pasé con Necaxa, no sentía que fuera el modo”.

La charla más dura la tuvo con Arias y Justino Compeán, quien era el presidente en esa época. “Hablé con Raúl, le dije que no estaba cómodo, le dije que no me merecía el trato que me daba. Realmente no tengo nada, le dije que me iba y me dijo que pasara a hablar con Justino. Ya sabía, no me iba a echar para atrás. Pensé que Raúl me iba a decir que me esperara, que en Aguascalientes necesitaban mi figura y Justino estaba en el mismo plan. Y hasta me preguntó que qué iba a hacer. Le dije que todavía tenía mucho futbol por delante, me dijo que me iba a dar la carta de libertad. Y le dije que era lo mínimo que pudieran hacer. Una ceremonia me entregó el papel firmado, la libertad, puse la mejor cara y listo, para afuera”, lamentó.

Cruz Azul le abrió las puertas. “Hablé con el profe Meza, fui a su casa, le dije la situación. Que tenía una propuesta y le pedí que me dejara hacer la pretemporada con Cruz Azul. Salimos para Ixtapa, me dieron una bolsa con la ropa de Cruz Azul y el número 7. Muy agradecido, me trataron como no lo hicieron en Necaxa. Terminando la pretemporada, Cruz Azul tenía cuatro extranjeros, al Chelito. Chelo, Restrepo y el Cata Díaz, me dijo Enrique, terminando la pretemporada, ni siquiera tenía contrato. Me pidieron que fuera el quinto extranjero, claro que les dije que sí, mi salida fue dura de Necaxa. Pero mi llegada a Cruz Azul fue buena, no tuve mucha participación, sólo tuve un inicio, pero siempre estaré agradecido con ellos”, remató.

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