De pronto, por la entrada principal del estadio apareció una cabellera larga y blanca. Como si se tratara de una figura celestial, cada que eso ocurre el rezo de los salvadoreños grita “Mágico, Mágico”, y el ídolo sonríe apenas.

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Jorge González llegó al estadio que lleva su nombre entre la algarabía del público, que solo lo vio y se arremolinó a su alrededor. Nadie sabía qué horas más tarde sería el propio ídolo del fútbol salvadoreño el encargado de encender la llama centroamericana.

El Mágico llevaba puesto el cubrebocas, y sus palabras se perdían entre las preguntas de los reporteros. Aún así, el Mágico es más bien callado, no suele hablar mucho. “Muy fino de su parte el que teme escuchar decir algo, pero yo sin palabras, como casi siempre”, dijo apenado.

El mítico futbolista recién iba a ver el estadio que lleva su nombre desde el 2006, una especie de homenaje para el que es considerado de manera unánime como el mejor futbolista en la historia del país, y uno de los mejores a nivel mundial.
“Ahorita vamos a curiosearlo para poder opinar, pero a mí me va a gustar siempre, siempre y cuando se pueda jugar al fútbol”, dijo.

La carrera del Mágico González en el futbol

En uno de los muros destaca su figura, dibujada por el artista salvadoreño Rodolfo Diaz. Una noche especial para el futbolista, que tuvo el honor de encender el fuego, ante una ovación generalizada del público, que una vez más se le volvió a entregar, como en las tardes que lideraba a la selecta con su clase dentro del campo.

En su carrera como futbolista, el Mágico González brilló en el Cádiz. Su clase era tanta que era admirado por todos, pero también le gustaba la fiesta, uno de los aspectos que le impidieron tener una carrera más prolífica, pero bien dicen que más vale calidad, por encima de cantidad.

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