Rafa Nadal no aseguró que fuera su última vez en México, pero tampoco prometió su regreso, y ante la duda, la afición mexicana se rindió a los pies de su ídolo, ese que conquistó cuatro veces Acapulco, pero que nunca había estado en la Ciudad de México.

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A los alrededores de la Monumental Plaza de Toros México el tránsito desquició a los capitalinos, la ‘hora godín’ y evento en el coso resultó una mala combinación, sin embargo, las banderas españolas pintaron las avenidas y de algún modo encendieron el ánimo de los automovilistas que al verse en el embotellamiento, no les quedó más que soñar sus cláxones, como si desde el exterior enviaran un saludo al español.

Ya al interior todo se trataba de Rafa, Casper es tercero en el ranking, pero la fiesta fue española. Los gritos, los colores y hasta la ovación tenían tintes de favoritismo al español, Ruud fue aplaudido a su ingreso, pero cuando el mallorquín puso un pie en la pista la Monumental se derrumbó.

La Plaza México no se llenó, incluso la organización abrió el acceso a la parte del tendido a todos aquellos que tenían la entrada general, pero una vez que lució llena de los 3/4 para abajo, la fiesta comenzó.

Rafa no falló; golpes de fantasía, drop shots perfectos, tiros en medio de las piernas y hasta remates espectaculares aparecieron, todos certeros, todos acompañados del estruendo del graderío que hasta las que fallaba le aplaudía al español.

El marcador quedó de lado, Rafa partió plaza, si regresa algún día la afición se le entregará de cualquier modo, pero si no es así y la noche en la CDMX fue el adiós, podrá irse con la certeza absoluta de lo que él mismo aseguró: “es estar como en casa”.

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