24, septiembre 2022 - 21:02
Rose Bowl no lució una gran entrada. Foto_ Priscila Chávez
Pasadena, California.- Quedaron en el pasado los tiempos en que la presencia de la Selección Mexicana abarrotó los estadios de la unión americana, al menos para este compromiso amistoso entre el Tricolor y Perú, el cual estaba destinado a ser un lleno hasta las lámparas.
Los paisanos se encargaron durante años de hacerse pesar en donde sea que el Tricolor jugara en Estados Unidos. En el proceso de Gerardo Martino al mando de la selección, se ha ido perdiendo esa confianza. Y se mostró en las gradas.
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Horas previas al arranque del cotejo de preparación rumbo a la Copa del Mundo contra Perú, se notificó que se vendieron poco menos de 60 mil entradas en el Estadio Rose Bowl, prácticamente dos terceras partes de la capacidad del recinto.
En el estacionamiento y alrededores del estadio se vivió un ambiente de entusiasmo y hermandad entre los aficionados mexicanos y peruanos.
La clásica ola se perdió entre los espacios que estuvieron distribuidos por todas las gradas. Las banderas de ambas naciones se encargaron de maquillar un poco los evidentes huecos en el Rose Bowl.
Se vio de todo en las gradas, desde familias con ambas playeras, hasta imitadores de figuras de la política mexicana. Un entorno de fiesta y alegría para disfrutar de una prueba previo al mundial de Qatar 2022.
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