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18, febrero 2022 - 11:36

┃ Paco G. Vilchis

paola abusada

PACO G. VILCHIS

FOTOS: @PAOLA7KAT

Supuestamente Qatar es una de las ciudades más seguras del mundo; sin embargo, no lo fue así para la politóloga mexicana Paola Schietekat Sedas, quien desafortunadamente fue abusada sexualmente en dicha entidad la noche del 6 de junio de 2021.

Como suele pasar en la mayoría de este tipo de casos, Paola sufrió el abuso por parte de un conocido que supuestamente dijo ser su amigo y que es perteneciente a la comunidad latina de Doha. A decir de las declaraciones de Paola, este sujeto habría ingresado a su departamento mientras ella ya se encontraba durmiendo y la atacó sin temor alguno.

Schietekat, quien trabajó para el Comité Organizador de la próxima Copa del Mundo en Qatar, no dudó y decidió denunciar los hechos, pero en lugar de ser auxiliada como corresponde, su pesadilla se hizo más terrible al ver la respuesta de las autoridades locales.

Cuenta que después de varias horas de interrogatorio, le exigieron una prueba de virginidad y sin más, la mexicana pasó de víctima a ser la acusada, ya que su agresor se defendió al asegurar que eran novios y que todo había sido de común acuerdo.

Con las ‘pruebas’ que tenía la autoridad, la situación empeoró y Paola recibió una condena de siete años de cárcel, además de 100 latigazos, ya que en esa parte del planeta se castiga de esta forma las relaciones fuera del matrimonio. De hecho, de forma increíble, la abogada que le llevaba el caso, le recomendó casarse con su agresor para evitar la pena.

Pidió ayuda al Gobierno de México pero no recibió un gran apoyo y, tras varios trámites, logró abandonar Qatar y volvió a tierras aztecas, también gracias a la ayuda del Comité Organizador del Mundial y de Human Rights Watch. Todo esto el pasado 25 de junio.

“En Qatar, tener una relación extramarital se paga con hasta siete años de cárcel, y en algunos casos la sentencia incluye cien latigazos. De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba. La policía refirió el caso a la fiscalía pública, único lugar donde tuve un traductor. Todo se centró alrededor de la relación extramarital, mientras que, bajo mi abaya, la túnica que me recomendaron usar para parecer una ‘mujer de buena moral’, seguían las marcas, moradas, casi negras. Mi abogada casi no habló. Al final, tuve que entregar mi teléfono, desbloqueado, a las autoridades, si no quería ir presa.

“Nunca había respirado con más alivio que cuando me sellaron el pasaporte. En México, paró la adrenalina y empezó un proceso más lento, aunque igual de complejo y doloroso. El ¿y ahora qué?, las pesadillas, la reconstrucción de una torre de cartas que se derrumba a cada segundo, el arrepentimiento de siquiera haber denunciado, el castigo constante de haber escuchado al cónsul, quien, junto con toda la embajada se deslindó rápidamente del caso, y la decepción de no haber previsto que el caso podían revertirlo en mi contra, porque vivimos en un mundo que parece odiar a las mujeres”, dijo para proceso.com Paola.

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