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21, noviembre 2021 - 21:15

┃ Rubén Beristáin

Cruz Azul

Rubén Beristáin

Foto: Ramón Romero

El sueño del bicampeonato terminó en una auténtica catástrofe para Cruz Azul. La Máquina no tuvo el apoyo de su afición en las gradas del Azteca, tampoco mostró su mejor futbol y nunca pudo jugarle de tú a tú a un todopoderoso Rayados, que le aplicó la misma dosis que en Concachampions, al vigente campeón de la Liga MX. 1-4 final.

Fue un duelo de auténtico lujo, el más atractivo de la repesca. Campeón de Liga y de Concacaf se encontraron en un Coloso de Santa Úrsula desolado. El costo del grito homofóbico causó serios estragos y dejó a la afición en casa. La suerte estaba echada. Quien ganara enfrentaría al sublíder Atlas en cuartos de final. El otro terminaría en fracaso.

Pumas arruinó un posible Clásico Joven. La Máquina, sin el apoyo de los suyos, se plantó ante la plantilla más poderosa de la Liga. Sin embargo faltó ese aliento incondicional de su afición. El arranque fue intermitente. Los cementeros parecían entumidos y no inquietaron ni un poco. Luis Romo, Roberto Alvarado y Jonathan Rodríguez, los antiguos motores del equipo, empezaron en el banquillo.

Juan Reynoso sorprendió con una línea de cinco, muy defensivo para un duelo de eliminación directa, lo cual no tardó en pagar.

Diez minutos le duró el planteamiento temeroso al campeón. Cata Domínguez metió una mano en el área y el VAR llamó al Cantante a las pantallas. El árbitro decidió marcar penalti. Rogelio Funes Mori no falló.

Cruz Azul estuvo obligado a la reacción, pero le faltó chispa. Sentirse tan solo le pegó en sus deseos de darle la vuelta al marcador. La zaga cementera se vio perdida, en ofensiva no hubo creación. Santiago Giménez pasó desapercibido. El ritmo lento de los locales hizo parecer que no tenían ninguna prisa.

Rayados aprovechó. Una jugada más e incrementó su ventaja. Maximiliano Meza se quitó la marca de Domínguez y con un giro perfecto sacó un zurdazo mágico que se incrustó en la red. Los abucheos, el grito homofóbico pudo aparecer, pero las gradas se quedaron calladas.

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Los celestes se pusieron contra las cuerdas. La distancia parecía inalcanzable, pero un empujón de Vegas sobre Rivero les dio vida. Yoshimar Yotún hizo válida la pena máxima y todo cambió.

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Reynoso mandó cambios antes de la finalización del primer tiempo. El empate pudo llegar. Pol Fernández pudo conseguirlo, pero se topó con la figura de Esteban Andrada. Su excompañero en Boca Juniors le detuvo todo.

En el complemento La Máquina quiso acelerar, mostró una nueva actitud, pero se cansó de fallar. Santi Giménez voló una clara, Cabecita no tuvo ninguna oportunidad de mostrar su nivel y Héctor Moreno por poco y cometió un autogol, pero de milagro no llegó la igualada.

El que perdona, pierde. Eso le pasó al campeón. La Pandilla tuvo una más y puso el lapidario 1-3 a su favor. Cerca del final llegó uno más del holandés Janssen, que ya no pudo alcanzar un Cruz Azul alicaído que sólo se quedó con el sueño del bicampeonato. La realidad quedó muy lejos.

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