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22, julio 2021 - 6:35

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ale valencia

MANUEL VELÁZQUEZ L. 

FOTO: Mexsport

Alejandra Valencia siempre ha sido una persona muy competitiva y con espíritu deportivo, así es como la describe su madre, la señora Elizabeth Trujillo Carranza.

En exclusiva para El Sol de Hermosillo, comentó que la pandemia de Covid-19 ha supuesto una serie de obstáculos para los deportistas y atletas desde el 2020, año en que estaban previstos los Juegos Olímpicos de Tokio. Sin embargo, luego de muchos diálogos y reorganización, por fin se llevarán a cabo del 23 de julio al 8 de agosto de este año.

“Había mucha presión a nivel internacional, estaban los comités organizadores buscando la manera de hacer posible el evento porque era más difícil cancelarlo. No sabíamos qué iba a pasar, pero nos daba lástima que se suspendieran porque estaban las muchachas muy preparadas… era el momento”.

Mencionó que Alejandra nunca paró sus entrenamientos, aunque sí tuvo que adaptarse para realizarlos desde casa. 

Intentarlo hasta lograrlo

Si bien Alejandra Valencia hoy es una de las atletas y medallistas olímpicas más reconocidas en el mundo en su disciplina de tiro con arco, lo cierto es que sus inicios estuvieron algo alejados de este deporte. 

Doña Elizabeth recuerda que Alejandra inició a muy corta edad en competencias de carreras y posteriormente formó parte del equipo de futbol femenil de su escuela, donde comenzó a destacar por sus aptitudes atléticas y la buena condición física que tenía.  

“Siempre ha sido muy competitiva. Siempre ella decía ‘yo quiero’, y aunque no le fuera bien, a ella le gustaba participar. El maestro de educación física me dijo que si por qué no la llevaba al CUM porque veía que tenía facilidad para correr. La llevamos y me dijo: No me gusta…”.

En el Centro de Usos Múltiples (CUM) de Hermosillo, Alejandra incursionó en carreras, natación y ciclismo, y a pesar de tener cierta destreza y habilidades para dichos deportes ninguno de ellos logró despertar de lleno su pasión. No fue sino hasta una ocasión en la que se lesionó andando en bicicleta, cuando el entrenador de tiro con arco utilizó su botiquín médico y ahí notó el interés en sus ojos. 

“Cuando llegó a la casa me dijo ‘Me invitaron a entrar a un deporte, tiro con arco, el entrenador me dijo que ahí me prestan un arco y todo el equipo’. De ahí ya no la saqué…”.

Desde ese momento, dijo, para Alejandra el tiro con arco se convirtió en su pasión y el deporte que más le atrajo, por lo cual ellos como padres decidieron apoyarla de lleno, con altas y bajas, aprendiendo de la mano. 

“Cometí muchos errores como mamá de deportista porque como veía yo que le gustaba mucho tiro con arco lo utilizaba para asegurarme de que cumpliera con sus obligaciones. Yo le decía: Si no terminas tus tareas, si no alzas tu cuarto, si no cumples con tal cosa no vas a entrenar…”. 

Con el paso del tiempo Elizabeth se dio cuenta que, cuando a cualquier niño o niña le apasiona algo, llámese deporte, arte, estudio, etc., no hay necesidad de comentarios como los que utilizaba, pues ellos mismos se crean una disciplina y una responsabilidad que los hace salir adelante.

Soltar y ovacionar a la distancia

“Después de un año de estar entrenando llega ella muy contenta y me dice ‘Ya pude meter las 6 flechas sin que se me fuera una’, y entonces uno dice wow. Pero al principio yo no entendía; meter las 6 flechas significa 6 series de 6 flechas cada una, y son 4 distancias en las que tiene que tirar esas 6 series…”. 

Haber iniciado desde muy chica y tener tanta determinación y pasión por la disciplina del tiro con arco pronto le rindió frutos a Alejandra y, con tan sólo 9 años de edad, tuvo su primera competencia en Phoenix, Arizona; desafortunadamente la situación económica de la familia hizo imposible que la acompañaran. 

Posteriormente, en la 11 Olimpiada Nacional Infantil y Juvenil, en 2006, gana su primera medalla de bronce.

“Después de estar 3 años en tiro con arco tiene su primera competencia, es una olimpiada nacional en Tlaxcala y nos habla muy emocionada porque había ganado bronce; una sola medalla y de bronce… La primera vez me podía mucho que ella saliera a competencia, hasta que el entrenador me dijo que confiara en ellos, que confiara en el equipo, y entendí que la tenía que soltar…”.

Sin embargo, no fue sino hasta los Juegos Panamericanos de 2011, que se llevaron a cabo en Guadalajara, Jalisco, cuando Alejandra Valencia acaparó todas las miradas al lograr las 2 medallas de oro, tanto en individual como en equipo, hecho que la colocó en el mapa olímpico. Y aunque ese fue su mejor año, en el 2012 la realidad de su responsabilidad como atleta le dio un duro golpe. 

“Ahí ella estaba en su parte alta, digámoslo así y posteriormente se va a un campamento a España para hacer sus entrenamientos previos a Londres 2012 y ahí sufre mucho. Empezó a tener problemas y a ver la responsabilidad que ella tenía de que iría a unos juegos olímpicos”. 

Con algunas trabas de por medio, doña Elizabeth y una familiar suya lograron viajar hasta Londres para poder presenciar la competencia de Alejandra, sin embargo, al llegar al lugar se dio cuenta que su hija no se encontraba bien.

“Alejandra quedó eliminada luego, luego. No era ella, no podía platicar con ella; no sabía qué le estaba pasando. Yo me sentía muy mal porque no teníamos la comunicación que podíamos y fue un golpe muy duro, pero también fue un gran aprendizaje”. 

Confianza y fe de por medio 

Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Río 2016, Alejandra llega con aprendizaje, madurez y una mayor determinación y confianza en sí misma. 

Nuevamente doña Elizabeth y su familia consiguen acompañarla en el viaje, aunque no pudieran convivir tanto tiempo como quisieran, pues su hija debía permanecer en entrenamiento. 

Previo a las competencias logran darse una escapada para ir a comer y fue ahí donde, dijo, Alejandra le dio una gran lección.

 

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“Le pregunté ¿contra quién vas?, y me dijo que contra la coreana (Choi Misun); ¿la que está rankeada mejor del mundo?, ay Alejandra, es la mejor del mundo… y me dice ‘¿y qué tiene?, ¿no confías en mí?… Y entramos a la competencia y ahí le gana a la mejor del mundo”.

Luego de ese triunfo histórico, doña Elizabeth señala que lo más importante es siempre confiar en la preparación que han tenido todos los atletas, sobre todo los propios. Por lo que, aunque en esta ocasión no han podido viajar a Tokio por las medidas restrictivas, mantiene la esperanza de que a su hija le vaya bien y que logre tener una experiencia maravillosa.

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