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31, diciembre 2014 - 17:45

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POR HÉCTOR REYES

ANA Lilia Durán Ayón es el orgullo deportivo de Baja California, entidad que ha crecido en el deporte nacional y rival natural en las Olimpiadas Nacionales de Jalisco, Nuevo León y Distrito Federal, con un despunte que le permitió aportar 43 deportistas a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, con un amplio programa deportivo que ya rinde sus primeros frutos.
A los 17 años, la niña que salvó la vida en un accidente automovilístico, tiene un futuro comparable al de la campeona olímpica Soraya Jiménez, referente de este deporte.
“Hace años, cuando tenía ocho años, junto con mi hermana menor y mi padre nos sacaron de la carretera, mientras transitábamos por el Valle de la Trinidad, parecido a La Rumorosa, casi nos volteamos, pero gracias a Dios no pasó nada, fue una experiencia malísima”, recordó la deportista que se dio a conocer hace dos años por el título Mundial obtenido en el 2012.
Originaria de Guadalupe Victoria, mejor conocida como el “43”, ciudad cercana a Mexicali, Ana Lilia tuvo un año cargado de competencias, retos y sobre todo satisfacciones: el olímpico muy importante, también tuve el Mundial Sub-20 y los Juegos Centroamericanos dónde agarré plata y bronce”.
Durante los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing, China, en la categoría de los 63 kilogramos, Ana Lilia conquistó la medalla de plata con 210 kilogramos; luego vendría el Mundial en una categoría superior donde ocupó el séptimo lugar con un total de 200 kilogramos; y las medallas mencionadas por la deportista con un biatlón de 205 kilogramos, en la cita de Veracruz 2014 en contra de rivales de primera fuerza.
Para la deportista entrenada por José Manuel Zayas y Armando Figueredo, quien le gusta pasear y comer “asados”, tiene en la mira los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y Campeonato del Mundo, “dónde daré todo por una de las cinco plazas” de la selección nacional, porque siempre ha tenido un objetivo: yo siempre he tenido un sueño de ganar una medalla olímpica, pero sénior, que es de mayores”.
Apenas tenía dos años, cuando Soraya Jiménez en Sydney 2000 se convertía en la primera campeona olímpica y también la primera mujer en ganar una presea dorada para México. Un hecho que transformó al levantamiento de pesas y Lilí como producto de esa hazaña, la cual espera alcanzar “primero Dios y entrenamiento fuerte”.
Por su fortaleza natural, su hermana mayor Siclaris, la llevó al gimnasio de pesas, porque, dijo, “siempre se dio cuenta de que soy fuerte y gracias al profe que sabe entrenarme he tenido los logros de hoy en día”, aseveró la adolescente orgullo del “43” con un progreso de 41 kilogramos en dos años, de 169 a 210.
Su papá trabajaba en Estados Unidos, pero ahora ya está pensionado y su mamá se dedica al hogar, la vida de Ana Lilia transcurre en el gimnasio y aún no decide cuál va a ser su futuro académico, pero en el deporte sus deseos en el 2015 ya tienen el sabor de las uvas de aquella región: “Mucho éxito en cada competencia, esperar buen resultado como el 2014 y más salud y bienestar a mi familia y amigos”.
Al hablar de Soraya y revivir en su mente lo que hizo en la cita olímpica del 2000, comentó que “se veía que era una chica de un gran corazón, porque como ella no muchas”, una frase exacta para el símbolo del deporte olímpico mexicano y cuyo relevo generacional se orienta hacia las proximidades de Mexicali: “Gracias a Dios que me dio la fuerza desde pequeña”.