23, noviembre 2017 - 21:32
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POR ALEJANDRO ALFARO
FOTOS: OSWALDO FIGUEROA Y …
Si hubo una noche en la que Cruz Azul pudo ensañarse con América y dar un golpe de autoridad, fue la de ayer. En casa, ante un rival gris y con superioridad numérica de hasta dos jugadores, La Máquina fue incapaz de irse con la ventaja en la serie que se definirá el domingo en el estadio Azteca.
Las Águilas se olvidaron de jugar, ensuciaron el partido y aún así pudieron ganarlo de no ser por la falla de Oribe Peralta desde los once pasos, en un momento en el que la figura de Jesús Corona cobro más importancia que nunca.
Falta de efectividad de uno; ausencia de propuesta del otro. La moneda esta en el aire en Santa Úrsula se sabrá quien será semifinalista.
EL JUEGO
Entre el hambre de Cruz Azul y lo timorato de América. Entre las ganas de La Máquina y la inoperancia de los de Coapa. Así podría describirse de primera impresión el encuentro de ida en los cuartos de final del Clásico Joven.
Y es que si hubo un equipo en la cancha que hizo el intento por proponer y jugar, ese fue el de los Cementeros, que habidos de ahuyentar a todos los fantasmas que los persiguen, salieron a marcar el ritmo de cómo se jugaría en su casa ante un rival que poco hizo por plantarse de tú a tú.
Los dirigidos por Paco Jémez poco a poco encontraron la profundidad deseada, principalmente por la banda derecha, en donde Edgar Méndez aprovechó las facilidades otorgadas por Vargas y Valdez, quienes exhibieron muy poca coordinación para beneplácito del español.
Fue en una de esas descolgadas de Edgar en donde los azules dieron el primer aviso. El ibérico logro llegar al fondo y tiró una diagonal retrasada a la que llegó el “Gato” Silva, quien remató, pero sin dirección, por lo que la pelota cayó sin problemas a la ubicación de Marchesín, quien controló en dos tiempos.
Con los cremas metidos en su propio campo, Cruz Azul insistía, pero le faltaba peligrosidad, fue ahí cuando Felipe Mora levantó la mano para poner a temblar a la zaga americanista en una pelota parada en la que ganó la marca, alcanzó a meter el cabezazo y exigió al portero rival para que se estirara al máximo y mandara a tiro de esquina. Eran los mejores momentos del local en la primera mitad.
Por si el panorama no pintaba lo suficientemente complicado para América, vino la inferioridad numérica. Mateus Uribe entró con los tacos por delante y metió una plancha artera sobre Julio César Domínguez, a lo que Jorge Isaac Rojas no dudó en sacar la tarjeta roja directa. Los reclamos amarillos no se hicieron esperar, pero fueron inútiles, la expulsión fue merecida.
Pese a tener un hombre menos, las Águilas se pudieron ir al frente antes del descanso. Primero con una serie de rebotes en el área que dejó en inmejorable posición a Pablo Aguilar, quien ya se saboreaba el gol, pero no contaba con la oportuna intervención de Corona, quien instantes después se volvería a poner la capa de héroe cuando se decretó la pena máxima en contra de los suyos. Ahí, la figura del cancerbero celeste se agigantó, ya que cuando Oribe Peralta cobró, Chuy se recostó sobre su derecha para evitar irse en desventaja al descanso.
Si América intentaba poco con 11 jugadores, con 10 el mensaje fue claro: todos a defender. Salvo Peralta, todos los americanistas defendían su campo y era imposible pensar en una contra, ya que el camiseta 24 no llegaba a los trazos largos y siempre era superado en número por los defensas celestes.
El local era paciente, movía el esférico por lo ancho del campo y buscaba el hueco preciso. Peñalba se aproximó con un riflazo que amenazaba con colarse a las redes pero los jugadores americanistas se revolvieron para mandarlo lejos.
Tímidamente, los “Millonetas” intentaron responder. Tiro de fuera del área de Quintero que salió sin fuerza a las manos de Corona.
Si Corona ya había sido el héroe en el primer tiempo, Mora quería serlo en el ataque, y en un tiro de esquina, se anticipó a sus marcadores y giró el cuello para rematar a segundo poste, a donde parecía colarse la bala blanca de no ser por la intervención de Marchesín, quien a una mano sacó una pelota que parecía tener como destino la red.
Conforme llegó la recta final, el aire y las ideas parecían terminarse en Cruz Azul y la apuesta de América apuntaba a dar resultado. El reloj seguía su macha sin que los goles se insinuaran.
Con el agregado en el reloj, Cauteruccio amenazaba con irse solo con rumbo al arco americanista, pero Edson Álvarez lo bajó con una barrida y eso le costó ver la segunda tarjeta amarilla y dejar a sus compañeros con dos menos en la cancha y cinco minutos en el agregado.
Al final, los Cementeros no supieron sacar provecho de las circunstancias y dejaron ir una oportunidad inmejorable de sacudirse el lastre de siete juegos –ahora ocho- sin perder con su acérrimo rival.