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2, octubre 2016 - 12:40

┃ Alejandro Alfaro

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 La llegada de la década de los 70 trajo consigo cambios importantes para el sistema de competencia y definición de campeón en el futbol mexicano, ya que se dejó atrás la modalidad que le entregaba el título al cuadro que hiciera más puntos durante todo un torneo largo, para dar pie al conocido en la actualidad, que consiste en eliminación directa por medio de una Liguilla.

Para América, este periodo también implicó una transformación que sentó los precedentes que años más adelante culminaría con la época dorada de la institución. Todo comenzó en la campaña 70-71, la cual no tuvo el mejor de los inicios para los cremas, que para la jornada 8 de la campaña ya habían prescindido del entrenador argentino Luis Grill, lo que dio pie a la llegada al banquillo de uno de los entrenadores más importantes en la historia del club: José Antonio Roca.

El llamado “Míster” estuvo al mando del equipo en dos etapas: la primera, de 1970 a 1975, y posteriormente, de 1979 a 1981, entregando títulos a las vitrinas de Coapa en la inicial, al ganar una Liga y una Copa.

A su llegada, Roca aprovechó al máximo la presencia de jugadores como el goleador Enrique Borja, Roberto Hodge, Toninho, Horacio López Salgado y el más destacado, Carlos Reinoso, quien con talento y liderazgo se encargó de comandar los esfuerzos de aquella plantilla con rumbo a su segundo campeonato en la época profesional.

Con un cambio de rumbo, América se adueñó de la fase regular del certamen y terminó como líder general, para convertirse en aspirante en la naciente Liguilla por el título, la cual se jugó con dos grupos que, a final de cuentas, arrojaron como respectivos líderes a los entonces llamados Millonetas y al Toluca.

Para el duelo de ida, ninguno de los dos cuadros logró hacerse daño y terminaron empatados 0-0, por lo que dejaron todo para el juego de vuelta en el estadio Azteca, que el 1 de agosto de 1971 lució un lleno en el graderío para conocer al primer campeón del nuevo sistema de competencia.

Fue ahí donde Carlos Reinoso tomó la batuta de la orquesta para dirigir su primera sinfonía y abrir la brecha en la serie al minuto 13, cuando tomó una pelota rebotada tras un tiro libre para meter un potente disparo que entró pegado al poste izquierdo.

Durante la segunda mitad, Horacio López Salgado finiquitó en una jugada en la que cerró la pinza por izquierda y con una barrida, empujó el balón para poner cifras definitivas.

Al término del duelo, la euforia crema fue total. La fiesta de los jugadores en la cancha durante la vuelta olímpica se trasladó hasta los vestidores, en donde los protagonistas dieron a ESTO sus primeras impresiones, como en el caso de Carlos Reinoso, quien no dudó en etiquetar aquel instante como el mejor de su carrera hasta ese momento.

“Este es el mejor pasaje de mi carrera deportiva. Ni en mi país, Chile, he recibido tantas muestras de admiración como aquí, en México. Estoy muy feliz, porque logramos darle el título al América”, dijo el andino, que abundó sobre su gol, al comentar que “fue un rechace de la defensa, en un tiro libre que ejecuté. El balón cayó para Toninho, pero me le adelanté y de zurda lo prendí preciso”.

Por su parte, López Salgado, autor del segundo gol, manifestó que “estoy muy feliz, porque logré colaborar con el triunfo. Sentí una gran emoción al anotar el segundo gol. Jugué con todo lo que pude, porque Zavala, casi de entrada, me dio una patada en la rodilla derecha que por poco me quiebra”.

Fue así como América colocó su segunda joya de la corona, alzándose como el primer campeón de las Liguillas y con un Carlos Reinoso que escribió una página dorada de muchas otras, enfundado en la camiseta azulcrema.