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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

23, diciembre 2022 - 6:00

Uno de los días más felices de mi vida

Les platicaré que, cuando éramos niños, mi hermano y yo, mi papá atinó a llevarnos al cine a ver una película. Se trataba nada más ni nada menos de la vida de Edson Arantes Do Nacimento “Pelé”. A partir de ese día el astro brasileño se volvió mi gurú, que digo mi gurú “Mi Dios”.

Durante el Mundial México 70, tuve la dicha incalculable de verlo jugar en vivo en dos partidos. El primero en cuartos de final, cuando mi progenitor y yo viajamos a Guadalajara para disfrutar del Brasil vs, Perú. De manera simultánea, en Toluca, México perdía ignominiosamente frente a Italia en la Bombonera de Toluca, para ser así eliminados de la competencia, mientras que en León Inglaterra y Alemania nos regalaban un partidazo. Y en el Azteca Rusia vs, Bélgica, completaban los duelos.

También tuvimos la alegría inolvidable de asistir al Coloso de Santa Úrsula a presenciar la final, en donde de la mano de “O Rei”, la escuadra amazónica se adueñaba de la Copa Jules Rimet, al convertirse en tricampeón, goleando a la “scuadra azzurra” al son de cuatro goles por uno.

Una vez concluida la Copa del Mundo, un domingo, en una tarde de total vagabundaje, mi papá atinó a decirme que quería que lo acompañara a la casa de Arturo Yamasmaky, silbante de origen peruano, que había representado a México en el recién terminado mundial y había dirigido el llamado “juego del siglo” en semifinales, cuando luego de varias volteretas en el marcador Italia terminó por vencer a Alemania (también fuimos a ese partido en el Azteca).

Así, llegamos a un departamento en la colonia Nápoles, en donde habitaba el “Chino” forma coloquial con la que los íntimos llamábamos a Yamasaky.

Nos recibió con la cordialidad de siempre y nos invitó a pasar a sentarnos cómodamente en la sala. Repentinamente, se dirigió a su recámara y regresó con una tarjeta postal de Rio de Janeiro, que en el anverso tenía la rúbrica de El Rey Pelé ¡Es para ti! Me dijo.

El “Chino” ya sabía de la adoración que le profesaba al astro brasileño, de modo que entre lágrimas de júbilo, al tiempo que lo abrazaba y le agradecía el autógrafo del más grande futbolista que ha pisado la faz de la tierra, entre la emoción alcancé a murmurar “sí, es” (toda vez que conocía yo a la perfección la forma en que firmaba).

Fingiendo indignación, Yamasaky levantó la voz diciendo: “Pues claro que sí es” … o qué crees que te regalaría uno falso.

Aunque tiempo después logré tomarme una foto con mi ídolo. Se trató de … uno de los días más felices de mi vida.

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