
Eduardo Brizio
26, diciembre 2023 - 7:00
Carlos Kasuga es un empresario mexicano, descendiente de japoneses, que imparte conferencias motivacionales y siempre termina relatando una bella historia que según sus propias palabras se la enseñó su padre. Me voy a tomar la libertad de reproducirla para ustedes, como un mensaje de fin de año.
Había un bosque muy hermoso en donde vivían muchos animalitos, de repente este bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir; solo hay un gorrioncillo que va al río moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado, revolotea y deja caer una o dos gotitas de agua tratando de apagarlo, va al río moja sus alitas, vuela sobre las llamas, revolotea y deja caer una o dos gotitas de agua. Pasa el elefante y le dice: “huye gorrioncillo ¡no seas tonto!, huye como todos nosotros no ves que te vas a achicharrar”. Y el gorrioncillo se voltea y le dice: “¡No!, este bosque me ha dado todo, este bosque me ha dado familia, me ha dado alimento, me ha dado hogar, me ha dado amigos; pero sobre todo, me ha dado felicidad y no va importar que yo me muera; pero por simple lealtad, voy a tratar de salvar a mi bosque”, y así va al río por más agua. Ante esta actitud Dios se compadece y deja caer un fuerte tormentón, y felizmente el incendio se apaga, y al poco rato este bosque vuelve a reverdecer y a florecer, y todos, todos vuelven a ser felices, y tal vez más felices de lo que antes eran.
“A este bosque (nos dice Kasuga) yo lo comparo con mi México. Tal vez estemos en un gran incendio: político económico y social; pero yo les pido a todos y a cada uno de ustedes, que por favor, que por favor sean como ese gorrioncillo, y que todos los días, todos los días dejen caer una o dos gotitas: de sudor de trabajo o de estudio y si así lo hacen, México, México se los agradecerá y Dios los bendecirá”.
Reflexionando sobre esta hermosa y enriquecedora historia que nos relata Kasuga, tal vez si lográramos dejar caer una o dos gotas de humildad sobre la soberbia, unas cuantas gotas de perdón sobre el rencor y algunas de amor sobre el odio, seguramente ayudaremos a construir un mundo mejor.
¡Muchas gracias don Carlos! Al quedar conmovido por sus palabras me animé a compartirlas con los lectores de El Diario de los Deportistas. Ojalá y la hayan disfrutado … tanto como yo.
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