Bueno sería aclarar, estimados lectores del Diario de los Deportistas, que al momento de sentarme frente a la computadora a escribir para ustedes estas líneas, todavía no se llevaba a cabo el encuentro trascendente México vs Panamá.

Y digo trascendente, porque muchísimas cosas estarán en juego, entre ellas la continuidad como timonel del Jimmy Lozano en la Selección Nacional. Si hubo un marcador adverso, seguro estoy de que su ciclo habrá terminado.

En el caso de una mala actuación; pero, con un marcador favorable, aunque sea por la vía de los penales para definir un ganador, su puesto habrá quedado en una tablita y dependerá de si se logra obtener el título el próximo domingo, en la final, ya sea con la escuadra de las barras y las estrellas (lo más probable) o con Jamaica.

Yendo más lejos, si en la final no se logra traer la copa a México, el Jimmy (orgullosamente “hecho en CU”) lo único que habría logrado al pasar por encima de Panamá, en la semifinal, sería prolongar su agonía y la guillotina caería inexorablemente sobre él haciendo rodar su cabeza.

Y no es que sea yo pesimista, simplemente realista; toda vez que, Lozano tiene una desventaja: el hecho de haber visto la primera luz entre los límites geográficos marcados por el Río Bravo y el Río Suchiate. Si fuera extranjero otro gallo le cantaría.

Uno de los perennes enemigos de México es el “triunfalismo” con el que se suelen encarar este tipo de encuentros: menospreciando al rival afirmando que “somos el gigante de CONCACAF”, dando por un hecho la victoria antes de que inicie el partido, exigiendo que se gane por goleada y brindando una buena actuación, lo que con inusitada frecuencia resulta una fantasía que se convierte en frustración al despertar de nuestros sueños guajiros.

Para acabarla de amolar, los “eternos sembradores de veneno” se han encargado de crear una “parafernalia” en derredor del arquero nacional Paco Memo Ochoa, afirmando que sus mejores días han quedado atrás, cuestionando su larga permanencia bajo los palos del equipo de todos y “promoviendo” a Luís Malagón (Cancerbero de los de Coapa) como si se tratara de la octava maravilla.

En mi opinión, Ochoa de bajada y Malagón de subida, es mil veces mejor Paco Memo a quien considero el mejor portero mexicano de todos los tiempos.

No quiero ni imaginar que haya parado Paco Memo y por un yerro de su parte se haya partido el partido … sería el acabose.