Faltan 18 meses, sí leyó usted bien, 18 meses para que dé comienzo la Copa del Mundo 2026, a celebrarse en nuestro país y los encargados de decidir el destino del balompié mexicano siguen dando tumbos y no acaba por cristalizarse proyecto alguno.

Y es que tal parece que no se dan cuenta de que, si no es que ya mataron a la gallina de los huevos de oro, les falta muy poquito para hacerlo.

No han logrado que el hecho de asistir a los estadios a un partido de futbol se convierta en agradable experiencia.

Cada que ocurre un incidente de violencia, lejos de tomar las medidas para que no se vuelva a repetir, de inmediato es cubierto por el manto de la impunidad y del olvido por los dueños.

Tampoco se dan cuenta de que es muy probable que, para una familia de cuatro componentes, les resulte más barato, más seguro, y tal vez más divertido ir al cine.

Cada día es más difícil ver al equipo de nuestros amores en la pantalla chica. Por ejemplo, si quiero ver jugar a mis Pumas, ya no se sabe ni qué día será el partido, mucho menos a qué hora se dará el silbatazo inicial y tampoco si tendremos la suerte de que lo trasmitan en televisión abierta.

Para ver todos los partidos, hay que contratar “sesenta mil” plataformas, la mayoría de paga. Digo, si de pagar se trata, es muy probable que se decida uno por hacerlo para ver los partidos de la Champions. En un mundo globalizado no resulta raro que cuando le preguntas a un chaval ¿A qué equipo le va? Te conteste que: Al Real Madrid, al Liverpool, al Bayern o al Barcelona.

El sistema de competencia resulta obsoleto ¿Cómo es posible que califiquen a las finales más del 50% de los equipos? El hecho de que no exista ascenso ni descenso, prohíja la mediocridad, además de que, le quita competitividad y emoción al torneo.

Clubes plagados de futbolistas extranjeros de medio pelo. Y de la multipropiedad; por cierto, prohibida por la FIFA, luego hablamos. La falta de respeto acostumbrada a los estatutos y reglamentos. El quitar sanciones a petición (o presión) de parte.

Aquí nos tocó vivir. Solamente les interesa y se preocupan por lo económico y … se olvidan de lo deportivo.